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Charlas literarias

Este es un espacio para hablar sobre libros y literatura dirigido por Javier Martínez. Permítannos compartir con ustedes los grandes clásicos que han definido al ser humano y los nuevos lanzamientos por los que apostamos en la editorial Cazam Ah; el objetivo del blog es crear un vínculo entre editores y lectores para crear una comunidad interesada en la lectura y el aprendizaje.

Temporada 4: Don Quijote y Cervantes

Charla impartida en octubre de 2021por el Mgtr. Javier Martínez*,editor general de Cazam Ah-----------*Licenciado en Letras y antropólogo*Maestro en Comunicación y en Lingüística

Don Quijote y Cervantes

Introducción

Algunas curiosidades de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha es que se trata de un libro recomendado por el caballo y la espada del Mío Cid (por absurdo que parezca). Además, este libro resulta ser la última obra de caballería, pero también la primera novela de la literatura, así como la primera crítica literaria en español y la obra más traducida en el mundo. Por otro lado, al autor, Miguel de Cervantes Saavedra, le plagiaron la segunda parte, aunque él mismo había adjudicado su autoría a un escritor árabe ficticio. Para ahondar más en todas estas curiosidades, te invitamos a leer este artículo.


Cuando pregunto a mis alumnos de traducción cuál es el libro más famoso en idioma español, siempre me responden «Don Quijote de la Mancha»; sin embargo, realmente pocas personas lo han leído. Esto se debe a varias dificultades que presenta la novela; una de ellas es el lenguaje, que para nosotros ya es bastante antiguo (recordemos que tiene ya varios siglos de antigüedad), pero a esto se suma que el personaje principal, don Quijote, habla de una manera en que resulta bastante antigua para las personas del siglo XVII en que fue publicado. Esto lo hizo el autor como parte de la caracterización cómica del personaje (los otros personajes contemporáneos no le entendían). Otro motivo por el que los lectores evitan este libro es su tamaño. Quienes sí lo hemos leído sabemos que es un libro entretenido, cómico y que deja no una enseñanza moral (porque esa no es la función de la literatura), pero sí transmite empatía hacia un personaje noble, sincero e inocente. 

 

Renacimiento 

 

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha es un libro renacentista. El Renacimiento surgió en el siglo XIV con La divina comedia de Dante Alighieri. Durante la Edad Media, la Iglesia persiguió todo lo pagano, en especial el teatro porque hacía que la gente se recordara del dios grecolatino Dionisio (o Baco) y las celebraciones a este dios implicaban vino, funciones de teatro y días festivos, por lo que era algo muy difícil de olvidar en aquella época sin ocio.  

 

El Renacimiento consistió en el rompimiento con todo lo que implicaba el medievo. A menudo en el colegio o en la escuela nos enseñan que el Renacimiento se llama así porque «renacieron las artes», pero no es preciso porque en esa época sí hubo arte y solo el teatro fue la disciplina perseguida (y solo en sus inicios, pues al final de la Edad Media ya había presentaciones dramáticas de nuevo, aunque de tinte religioso). Así que la idea de que no hubo arte durante el medioevo es errónea. ¿Entonces por qué se le llama Renacimiento? Lo que se trató de hacer renacer fue el Imperio Romano; obviamente no se logró porque muchos nobles de la época argumentaban ser los verdaderos descendientes o herederos del César y, por lo tanto, todos exigían liderar ese nuevo imperio, lo que llevó a muchos reinos o ciudades estados a la guerra sin alcanzar su objetivo. Sin embargo, durante el Renacimiento sí se retomó el idioma latín como una lengua franca, pues los escritores y filósofos, que hablaban y escribían en sus idiomas vernáculos (Dante en italiano, Shakespeare en inglés, Garcilaso de la Vega en español), se dieron cuenta de que era más fácil aprender este idioma en vez de que cada humanista aprendiera cuatro o cinco idiomas diferentes. 

 

También es relevante mencionar que durante el Renacimiento se retomaron los mitos griegos, pero solo como leyendas, como mitología, pues no renació la religión pagana. Por así decirlo, la gente seguía siendo cristiana, pero retomaron las viejas leyendas grecolatinas para adornar sus obras artísticas. Sin embargo, la Iglesia sí pasó por una reforma dirigida por Martín Lutero y por críticas muy duras desde adentro por parte de Erasmo de Rotterdam; quienes se opusieron a estas reformas y críticas se conocieron como adeptos a la Contrarreforma. 

 

Literatura renacentista 

 

Debido a obras como El Decamerón de Giovanni Bocaccio o Los cuentos de Canterbury de Jeffrey Chaucer, el cuento renació con la estructura del modelo árabe basado en Las mil y una noches de autor anónimo. Dicho modelo se refiere a un hilo narrativo que servía como excusa para incluir otros cuentos, por ejemplo, la peste negra y el aislamiento de diez jóvenes ricos en el caso de de El Decamerón o la peregrinación de varias personas para el caso de Los cuentos de Canterbury. En Las mil y una noches, el hilo es el casamiento entre el sultán y Sherezade, pues este evento permite la inclusión de los otros cuentos que componen el libro. 

Por otro lado, el cuento (en aquella época llamado «novela») se puso de moda como género literario. Pero en países donde todavía no había llegado el Renacimiento (el caso de España), se confundía todavía con la anécdota y la leyenda. Fue por eso que un autor decidió publicar un libro que ejemplificaba cómo escribir buenos cuentos; esto, porque debido a sus viajes militares había estado en contacto directo con la Italia renacentista. Dicho autor fue Miguel de Cervantes Saavedra y el libro que publicó se tituló Novelas ejemplares

 

Aquí se debe explicar que el género de la novela, como lo conocemos hoy, todavía no existía en aquella época: su diferencia con el cuento es que este último es más corto y aborda rápidamente el nudo, mientras que en la novela se toma tiempo para ahondar en la personalidad de los personajes y en el contexto de la acción. Por lo general los lectores se confunden porque el concepto moderno de novela no existía, fue justo Miguel de Cervantes, autor de Novelas ejemplares, quien lo creó, pero en otro libro: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, obra que siglos después se reconoció como la primera novela en el sentido moderno. 

 

Siglo de oro 

 

Al final del Renacimiento apareció el Siglo de oro español; en otras palabras, el Siglo de oro (que comprende dos siglos, el XVI y XVII) es  el mismo Renacimiento pero en España, país que cerró sus fronteras al resto de Europa por dos motivos: la Reforma religiosa (España no quería que entraran todas estas críticas a la Iglesia porque había sido esta misma institución quien le había dado legalmente los derechos de colonizar y cristianizar América) y la concentración de la riqueza extraída del Nuevo Mundo (España cerró sus fronteras para no compartirla).  

 

Un factor decisivo del Siglo de oro fue que, precisamente por el auge económico que generó la invasión a América, los españoles conocieron el ocio y muchas personas tuvieron tiempo de leer y escribir; de esta manera se creó un primer mercado literario y, por eso, hubo gran cantidad de autores de todo género, pero destacaron dos concretamente: Luis de Góngora, representante del culteranismo (el cual usaba un lenguaje complejo y rebuscado para abordar temas superficiales) y Francisco de Quevedo, representante del conceptismo (usaba un lenguaje simple y cotidiano pero abordaba temas complejos). Ambos escritores, De Góngora y De Quevedo, rechazaron la obra de Cervantes por su «mala calidad». El autor del Quijote les pidió a ambos que escribieran comentarios positivos sobre su obra para incluirlos en el prefacio, pero ellos se negaron y le dijeron que era un pésimo escritor por no respetar el modelo árabe y extenderse en las cualidades psicológicas de los personajes y el contexto de la acción (lo que precisamente la convirtió, siglos después, en el creador de la novelística). 

 

Miguel de Cervantes Saavedra 

 

Nació en España en 1547 y murió en 1616. Se dice que Cervantes murió el mismo día que Shakespeare, pero no es cierto pues, aunque sí murieron en la misma fecha, España e Inglaterra tenían calendarios distintos. Miguel fue hijo de un médico, quien fue encarcelado varias veces por deudas. Por lo tanto, Miguel pasó penas económicas en su infancia a pesar de ser un hidalgo («hidalgo» significa «hijo de algo»; en otras palabras, un punto medio entre la nobleza y el vulgo). Miguel de Cervantes talvez estudió con los jesuitas y es probable que haya asistido a las universidades de Alcalá de Henares y de Salamanca, ya que varias veces las menciona y describe en su obra. En 1569 se mudó a Roma, probablemente por problemas con la Ley. Ahí se hizo militar y participó en la batalla de Lepanto en 1571, donde su mano izquierda fue herida y perdió el movimiento de ese miembro; por eso lo apodaron El manco de Lepanto.  Al regresar a España en 1575, piratas turcos tomaron su nave y lo secuestraron junto con su hermano menor; lo vendieron como esclavo en Argel, donde estuvo hasta que su familia logró pagar el rescate en 1580, pero esto los llevó a la ruina económica. En 1584 se casó con Catalina Salazar. 

 

En 1585, Cervantes publicó La Galatea, obra que él consideraba la más acabada y la mejor de todas. Esta es una novela pastoril, género literario que consiste en un cuento que relata una historia de amor entre pastores que enfrentan una dificultad para consumar su amor; usualmente tiene un final feliz. Cervantes consideraba a La Galatea como su mejor obra porque precisamente encajaba perfectamente en este género, pero actualmente se le considera una obra más del montón durante el Siglo de oro. No es como El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, una obra que creó todo un género literario nuevo. 

 

Miguel de Cervantes se ganaba la vida haciendo mandados para la corte hasta lograr un cargo como comisario de abastos, pero esto le trajo más problemas que beneficios, pues fue demandado varias veces por intentar hacer bien su trabajo: detectar personas que infringían la Ley de importaciones o que evadían impuestos. Resulta que descubrió que el alcalde y el sacerdote del lugar se habían colidido para evadir impuestos y, cuando él los denunció, tuvo graves problemas legales como consecuencia del poder e influencia de los acusados.  

 

En 1605 publicó la primera parte del Quijote y el libro tuvo bastante éxito, aunque no logró sacarlo de la miseria; no fue un éxito en ventas, pero sí logró ser un libro bastante conocido. Aunque Cervantes no obtuvo el reconocimiento de los otros famosos escritores de su época a pesar de que, como su padre, mudaba frecuentemente a su familia entre Madrid y Valladolid para seguir a la corte y mendigar sus favores, nunca logró alcanzar un reconocimiento social como el de De Quevedo o De Góngora.  

 

En 1615 logró enviar a imprenta la segunda parte del Quijote, pocos meses antes de morir. La publicación de esta segunda parte fue motivada por una versión apócrifa (no escrita por el autor) de su novela, firmada por un tal licenciado Alonso de Avellaneda. Aunque De Avellaneda era un pseudónimo, se sabe que la obra apócrifa fue impresa en el taller de Felipe Roberto y se sospecha que se trataba de un escritor poco conocido llamado Jerónimo de Pasamonte, un escritor al servicio de Lope de Vega, de quien Cervantes se habría burlado en la primera parte del Quijote con el personaje del titiritero Ginés de Pasamonte. Esta obra apócrifa molestó muchísimo a Cervantes, no solo por robarse a su personaje, sino porque lo convirtió en un defensor de la Iglesia y de la Contrarreforma; en otras palabras, convirtieron a su personaje idealista en un conservador. Por eso mismo, Cervantes, al final de su segunda parte, desquijotiza y mata al personaje principal para que nadie pueda volver a usar al Quijote ni escribir en su nombre. Aquí vale la pena mencionar que desquijotizar significa que Alonso Quijano, el nombre «real» de don Quijote, recupera la cordura y se arrepiente de haberse convertido en caballero andante y promete no volver a hacerlo.  

 

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha 

 

Como ya se dijo, esta es la primera novela del mundo y vale la pena recordar que durante el siglo XVII se le llamaba «novela» a lo que hoy es cuento. Hoy, una novela es un género literario más largo donde se ahonda en la psique y en el contexto de los personajes. Eso fue lo que hizo Cervantes en el Quijote. 

 

La primera parte de la novela tiene 52 capítulos divididos en cuatro partes a su vez; esto parece seguir el modelo de las obras de caballería. Esta primera parte de la novela narra la primera y segunda salida del caballero andante Alonso Quijano, quien pierde la cordura por leer demasiadas novelas de caballería y se hace llamar don Quijote de la Mancha. Sale a buscar aventuras y convence a su vecino, el campesino Sancho Panza, para que sea su escudero. Todas las aventuras evidencian el idealismo de la locura de un culto don Quijote y la practicidad ingenua del ignorante Sancho Panza. 

 

La segunda parte tiene 74 capítulos y narra el tercer y último viaje del caballero y su escudero. Se dirigen al Toboso en búsqueda de Dulcinea y llegan hasta Barcelona. Durante el viaje son acogidos por unos duques que se burlan del caballero y de su escudero al seguirles la corriente con varios trucos y aparatos teatrales. Al final, ambos personajes regresan a su hogar, pero don Quijote se enferma y se desquijotiza antes de morir. 

 

En la obra del modelo árabe, como Las mil y una noches, el hilo narrativo era bastante débil y superficial, no se desarrollaban las características de sus personajes, y el hilo era una excusa para incluir otros cuentos; en otras palabras, es lo que hoy entendemos por un libro de cuentos. Sin embargo, actualmente un libro de cuentos no exige que cada uno esté conectado con su predecesor y sucesor, pero era la moda del siglo XVII: unir con el hilo narrativo cada cuento con una misma lógica narrativa. En la obra de Cervantes, el viaje y las pláticas entre don Quijote y Sancho Panza son el hilo, pero resulta un hilo tan denso y profundo que eclipsa los cuentos y poemas que incluye la obra. Incluso, algunas editoriales prefirieron publicar versiones adaptadas de esta novela donde eliminan esos cuentos y poemas para dejar únicamente la historia de los personajes principales (no es el caso de Cazam Ah, cuyo resumen incluye la totalidad de la obra). Este «mal uso» del hilo narrativo en don Quijote es lo que notaron los otros autores de aquella época y la razón por la que no quisieron recomendar la obra, pues pensaron que Cervantes no había entendido el modelo árabe.  

 

Curiosidades del Quijote 

 

Temporada 2: Rabinal Achí o Danza del tun

Charla impartida en mayo de 2021por el Mgtr. Javier Martínez*,editor general de Cazam Ah-----------*Licenciado en Letras y antropólogo*Maestro en Comunicación y en Lingüística

Rabinal Achí o Danza del tun

Literatura prehispánica

El problema con el concepto «literatura prehispánica» es que, como el mismo nombre lo dice, debería referir a toda la literatura escrita antes del primer contacto con los españoles; sin embargo, de ser así se referiría únicamente a los códices, de los cuales solo quedan tres aunque en internet se puedan encontrar unos seis títulos. En otras palabras, solamente sobrevivieron tres códices completos de los que se han arrancado extractos a los que se les han asignado nuevos nombres, pero son solo fragmentos de los originales. Así que lo que se conoce hoy como literatura prehispánica, realmente se refiere a libros escritos o reescritos durante los primeros años de la colonia.

La época del descubrimiento se refiere a los primeros 20 años después de 1492, cuando sucedió el primer contacto entre Cristóbal Colón y los indígenas antillanos. Luego, vino una época de conquista que duraría, más o menos, entre los años 1500 a 1535, donde hubo una gran cantidad de enfrentamientos armados. Después, cada región empezó su época colonial en distintas épocas; para hablar de colonia se suele tomar como parteaguas la fundación de ciudades con trazado y nombre español, aunque usualmente fuera sobre antiguas ciudades americanas. Durante esos primeros años de colonia, muchos indígenas se dieron cuenta de que estaban perdiendo su cultura y, como una acción de emergencia para rescatar lo poco que les quedaba, se dedicaron a registrar por escrito lo que recordaban de épocas pasadas. A las culturas americanas les quedaba ya poco por rescatar porque la mayoría de la población había muerto debido a las pestes de gripe y viruela, entre otras enfermedades, traídas por los europeos; esta peste acabó con el 80% de la población americana. Los primeros en contagiarse fueron los estratos más altos de la sociedad, como nobles, sacerdotes y guerreros, que solían tener contacto bélico o diplomático con los europeos. Vale la pena destacar que, aunque los españoles tenían ventajas armamentísticas, como la pólvora, los caballos y los perros de guerra, no fueron estos los elementos decisivos para conquistar América, sino la peste; por ejemplo, a penas habían llegado a México y luchaban por Tenochtitlán, cuando ya la epidemia, a través del contacto entre indígenas, había llegado a lo que hoy es Centroamérica. Es por eso que en algunos documentos, como la Verdadera historia de la conquista..., Díaz del Castillo relata que los españoles encontraban pueblos abandonados y creían que los indígenas habían huido por miedo, pero realmente se trataba de pueblos fantasma. Al morir la élite indígena quedó únicamente el 20% de la población que, usualmente, se trataba de campesinos que habitaban las áreas rurales; sin embargo, fueron ellos quienes rescataron lo que quedaba de su cultura. En este sentido, también se deben mencionar a las cofradías o hermandades, pues permitieron la conservación de la cultura local sincretizada con el cristianismo. Las cofradías, con la excusa de organizar procesiones o ferias patronales, tenían permitido reunir dinero, el cual se usaba también para hacer préstamos a los comerciantes locales, lo que las convertía en el único acceso a crédito de las comunidades indígenas, así como uno de los pocos espacios para incidir en la política local. En Guatemala, una cofradía fue precisamente la salvaguarda del Rabinal Achí.

Características

Esta es la única obra 100% prehispánica en comparación con las demás que fueron escritas o reinterpretadas durante la época colonial. Esta obra se clasifica como teatro-danza; por lo tanto, obviamente es una obra escénica, pues está concebida para llevarse a escena en cuatro actos, en una representación con diálogos, caracterización, movimientos escénicos danzarios y música. Otra característica importante es que está escrita en poesía, obviamente en idioma achí, pero no el actual, sino del siglo XV; es decir, bastante antes de los primeros contactos con los españoles. Debido a que se conservó como tradición oral, los hablantes actuales de achí encuentran en la obra la misma dificultad lingüística para comprenderla que un hispanohablante para leer documentos de hace seis siglos. Con esto no se pretende decir que no la entiendan, sino que presenta dificultades morfosintácticas y de vocabulario, como modismos que cayeron en desuso. Esta es una de las evidencias para afirmar que la obra tiene tanta antigüedad.

El Rabinal Achi hace uso de la anáfora, una figura literaria que consiste en la repetición acentuada de ciertos conceptos, usualmente adjetivos o sustantivos. Vale la pena mencionar que este tropo es una característica muy usual en obras antiguas, como en la épica griega y de otros pueblos originarios. Por cierto, el uso de la poesía, que también se encuentra en el teatro griego, es usual en obras dramáticas por su utilidad ya que facilita la memorización del diálogo y la comprensión del espectador más alejado. La poesía permite que el público adivine la palabra que no escuchó al hacer una predicción con base en el ritmo y la rima; además, la anáfora facilita captar quién dice qué o qué es lo que pasa en escena.

El nombre original de Rabinal Achí es Xajoj Tun, que significa Danza del tun. El tun es un instrumento percusivo prehispánico que todavía se fabrica en Guatemala con madera, tiene forma cilíndrica, es hueco por dentro y, sobre su costado, tiene talladas dos lengüetas: una hace un sonido más grave que la otra. Al contrario de otros tambores que se percuten en los extremos o en los parches, un tun es golpeado con una baqueta sobre su caja de resonancia, en las lengüetas.

La representación

La interpretación de los papeles del Rabinal Achí es sagrada; por ende, los actores se aprenden los diálogos de memoria por medio de la ordalidad. Talvez ya no suceda así actualmente, pero durante muchos siglos (del XV al XX) fue la única forma de mantener el texto original ya que cada actor dictaba el diálogo de su personaje a su sucesor hasta aprenderlo. Los nuevos actores eran elegidos desde temprana edad y la preparación era tanto actoral como espiritual.

Si bien la representación de la obra tenía una fecha especial (25 de enero), actualmente se representa en otras fechas con fines turísticos. Este ha sido un tema controversial y bastante debatido durante las últimas décadas ya que, si bien se rompe una tradición, también permite y asegura su difusión y permanencia a futuro.

Historia

El Rabinal Achí sobrevivió de forma clandestina hasta 1856, cuando el sacerdote francés Charles Étienne Brasseur de Bourbourg tradujo la narración de Bartolo Sis, un principal achí del pueblo de Rabinal, en el departamento de Baja Verapaz, Guatemala. Sis estaba a cargo de la cofradía que montaba anualmente esta obra; sin embargo, ya tenía cerca de 30 años que no llevarse a escena. Brasseur se enteró de la existencia de la obra y de que todavía había personas que podían representarla, así que insistió en que la montaran y se la dictaran para registrarla por escrito. Luego, la tradujo al francés y fue en ese idioma que se publicó por primera vez en una versión achí-francés a mediados del siglo XIX; hasta ya entrado el siglo XX se publicó la primera traducción al español.

La obra fue declarada obra maestra de la tradición oral e intangible de la humanidad en 2005 por la UNESCO y se incluyó en la Lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad en 2008. Por su parte, la Cruz Roja Internacional la seleccionó como una obra para destacar el trato humanitario a los refugiados y víctimas de guerra. Actualmente se sigue representando cada 25 de enero de manera pública en el centro de Rabinal.

Trama

Esta obra narra el rompimiento de la alianza entre los k’ichés y los achíes. Aquí hay que entender un poco de etnohistoria (lo sucedido antes de la llegada de los españoles): a mediados del siglo XV, la etnia k’iché dominaba la región hoy conocida como altiplano guatemalteco y estaba en proceso de expansión. Los k’ichés tenían ya varias etnias sojuzgadas, pero algunas deseaban volver a la libertad y otras se negaban a formar parte de esta dominación.

El Rabinal Achí comienza relatando cómo los achíes intentaron unirse con sus vecinos para enfrentar a los k’ichés, pero estos se atemorizaron ante el poder de los invasores. Sin embargo, los achíes se organizan militarmente, incluso sabiendo que carecían del apoyo de sus vecinos y de suficiente fuerza. En otras palabras, una pequeña etnia con muy pocas posibilidades se enfrentó sola al mayor poder político-militar de la región mesoamericana del postclásico maya. Y, a pesar de cualquier predicción, sorprendentemente los achíes ganaron la guerra.

Los achíes no solo derrotaron a los k’ichés, sino que tomaron prisionero a su príncipe, presentado en la obra como uno de los dos personajes principales: K’iché Achí. El otro personaje principal es Rabinal Achí, príncipe y líder guerrero de los achíes. Hay otros personajes secundarios, como Job’ Toj, el rey de Rabinal’ej (Rabinal), sacerdotes, guerreros águila y guerreros jaguar; cabe destacar la presencia de un personaje femenino: la princesa rabinalense Uchuch Q’uq’.

Después de capturar a K’ich’e Achí se le hace un juicio y se decide que será sacrificado. Se festeja y al prisionero se le permite bailar con la princesa. Por último, se le otorga un último deseo. Aquí viene el giro inesperado de la obra: K’ich’e Achí pide que le den un año de gracia para regresar a sus montañas, a su territorio, y poner sus cosas en orden; luego, promete volver para ser sacrificado. Argumenta abiertamente que no esperaba ser vencido y, mucho menos, que lo capturaran vivo, pero obviamente subestimó a su enemigo. Los achí deliberan si deben otorgarle el último deseo al prisionero y creer en su palabra de príncipe; algunos creen que sí volverá, pero con un nuevo ejército para vencerlos de forma definitiva; otros, afirman que se debe creer en su palabra de honor. Este último grupo es el que gana y se decide que se le dará un año para que regrese a Quiché y deje sus cosas en orden. Efectivamente, al cumplirse el lapso, K’ich’e Achí regresa y se le recibe con otra fiesta, incluso más grande que la anterior. Se le vuelve a permitir bailar con la princesa Uchuch Q’uq’ y, por último, se le saca el corazón en la piedra de sacrificios para ofrecérselo a los dioses.

Este final es otra de las pruebas sobre el origen prehispánico del Rabinal Achí: cuando los españoles llegaron al territorio, una de las principales cosas que prohibieron fue el sacrificio humano y cualquier representación pública del mismo; por lo tanto, escribir y montar una obra como esta sería muy difícil y su autor, como los actores, sufrirían gravísimos castigos. Esto implica que la obra se hizo décadas antes del primer contacto; es posible que, incluso, hasta un siglo antes: el tiempo suficiente para convertirse en una tradición que los achíes no perdieron a pesar de la conquista.

Temporada 2: El proceso editorial

Charla impartida en octubre de 2021por el Mgtr. Javier Martínez*,editor general de Cazam Ah-----------*Licenciado en Letras y antropólogo*Maestro en Comunicación y en Lingüística

         

         

El proceso editorial

Para hablar del proceso editorial se debe iniciar con el plan editorial. Básicamente se refiere al plan de producción que tiene una casa editorial o el autor que quiere autopublicar; este puede ser a corto, mediano o largo plazo. En este artículo, la mayoría de los ejemplos serán del plan editorial de Cazam Ah, el cual es anual; esto quiere decir que cada año se planifica qué libros se van a producir y comercializar, así como la manera en que esto se llevará a cabo. Definir la cantidad de libros y las colecciones que se trabajarán o abrirán ayuda a tener un cronograma claro respecto a lo que se realizará durante los próximos meses.

El plan editorial

Uno de los principales problemas que vemos en una editorial es la expectativa del autor. Toca lidiar muchas veces con el ego del escritor, que no es malo, pues en buena medida el que un escritor esté orgulloso de su obra es un buen indicador; por el contrario, si el escritor muestra dudas sobre su obra, es muy probable que no lo publiquen. Pero tampoco es aconsejable el otro extremo: llegar asumiendo que la editorial es afortunada porque se le presenta el próximo best seller de la literatura universal, cosa que, al evaluar la obra, se descubrirá si realmente lo es. Este es el más usual de los casos, donde el autor piensa que se venderán, al menos, unas 25 mil copias de su libro y se decepciona (culpando a la editorial) cuando no resulta así.

La expectativa más ambiciosa que puede tener un autor en Centroamérica sería, por ejemplo, un tiraje de cuatro mil copias para venderlo en cuatro años y, esto, solo si se trata de una editorial con alta posibilidad de inversión en publicidad y una fuerza de venta de tiempo completo y alcance regional. Pocas veces, los libros logran una reimpresión y lo usual es que queden saldos. Si usted, escritor, piensa que va a vender más de cuatro mil copias en menos de un año, su expectativa está distorsionada. Estos datos se basan en mi experiencia de más de 13 años en editoriales guatemaltecas con alcance regional, aunque debemos admitir que Guatemala es un país con características muy específicas, como la pobreza y la poca cantidad de lectores.

Entonces, una expectativa más realista para el autor sería pensar en un tiraje de cuatrocientas a quinientas copias para vender en cuatro años; o sea, un promedio de cien a ciento veinticinco copias vendidas por año, especialmente si esas ventas dependerán directa y exclusivamente de él. Dentro de ese rango, estaríamos hablando de un libro que se vendió bien. Esto sería una expectativa real tomando en cuenta que el autor promueva por sí mismo su libro con actividades, como charlas, promociones en redes sociales y distribución en librerías locales. Ahora, si la expectativa es publicar el libro y esperar a que el cliente llegue a comprarlo, no sucederá. Un ejemplo que suelo mencionar cuando abordo este tema es el caso de la famosa escritora, premio nacional de literatura, Margarita Carrera, quien en las clases que me impartía en la universidad habló sobre su primer poemario (cuya impresión pagó con la venta de su vehículo) y, cuando un compañero preguntó si todavía se podía encontrar el libro para comprarlo, ella le respondió que sí, que al terminar la clase podía acompañarla al parqueo pues en el baúl de su nuevo vehículo llevaba copias a la venta (habían pasado, al menos, 40 años desde aquella impresión). Reflexione usted: se trataba de una escritora premio nacional de literatura, famosa localmente con años de escribir en una columna en el diario de mayor circulación y todavía tenía copias de aquel primer libro publicado cuatro décadas atrás; este es un buen ejemplo de tener expectativas demasiado altas pues, asumo, ese primer tiraje habrá sido de miles de copias. Aunque existen excepciones, lo más aconsejable es que las ventas de su libro las vea como un segundo ingreso.

Proceso editorial

Actualmente está de moda la autopublicación gracias a plataformas en línea, como Amazon o Smashwords, porque los autores encuentran en ellas una puerta hacia el mundo para distribuir su libro. Sin embargo, la dificultad está en que los lectores realmente lo vean y compren. Cuando un autor se autopublica en estas plataformas, realmente no hay filtros de calidad literaria, lingüística ni ortográfica. El dar el libro a otros escritores que también se autopublican para que den su opinión no garantiza una mejora literaria ni, mucho menos, equivale a un proceso editroial. También suele suceder que el autor piense que sabe mucho de ortografía y que no dejó ningún error en el libro, pero que un profesional con experiencia en la corrección de estilo y de pruebas lo revise siempre le agrega valor.

Pero no pensemos que el trabajo de una editorial se limita a la corrección de estilo. Una editorial aplica un modelo al libro; es decir, un concepto y diseño. El concepto del libro se refiere a tener claro qué es lo que se publicará y que esté dentro de la orientación editorial, que tenga un sello o colección; es decir, qué canales y estructuras se requerirán para publicarlo, que encaje en el tipo de mercado al que se dirige: puede que sea un libro interesante, pero si no llega al lector correcto ni satisface sus expectativas mínimas, nadie lo leerá. Por otro lado, el diseño no se refiere únicamente al aspecto gráfico, que sí lo incluye, pero aborda más: cuando una editorial define un modelo para una colección, como es el caso de la colección Voluta de la editorial Cazam Ah (actualmente abierta a escritores latinoamericanos), primero se definen los géneros literarios que incluye; en este caso, poesía, cuento, novela y drama (teatro). No incluye ensayo, temas de superación ni crecimiento personal o espiritual; si el libro enviado para evaluación pertenece a este género o tema, simplemente no será publicado en Voluta. La otra cuestión acerca del diseño es que en Voluta no se incluyen ilustraciones ni fotografías, sino única y exclusivamente texto; esto porque está destinada a lectores adultos, pero también por motivos de presupuesto: invertir en ilustradores e impresión de páginas internas a color encarecería demasiado el libro. De hecho, se tiene un límite de trescientas páginas (60 mil palabras) porque esto permitirá ofrecer un libro de precio adecuado al mercado; no se quiere llevar al mercado un libro cuyo costo sera impagable para los lectores. En resumen, se tiene que tener claro lo que se va a publicar y sus características.

El proceso editorial incluye varios pasos que se describen someramente a continuación:

Proceso editorial: autoría

En el caso de la literatura, usualmente es el autor, el escritor, quien desarrolla en casa su obra y, cuando esta ya está terminada, se le envía a la editorial para su evaluación; sin embargo, en el caso de libros institucionales, las editoriales suelen tener otro modelo, como, por ejemplo, la colección Transparente. En este caso, Cazam Ah decide qué libros se publicarán, se contrata a un autor y se le pide que haga una adaptación de la obra elegida con ciertos parámetros (ese es el modelo editorial) . Por ejemplo, al publicar Edipo rey se buscó que fuera una adaptación en español moderno, fácil de entender, pensado especialmente para lectores de entre quince a diecisiete años y que incluyera una evaluación lectora. Se buscan autores con la capacidad crítica de leer el documento original y hacer la adaptación completa (no un resumen, como sí lo es el modelo de la colección Síntesis).

Proceso editorial: edición

Cuando el autor termina su libro, se lo envía al editor, quien tiene a su cargo dos procesos: la macro y la microedición. La primera es una revisión rápida del documento para verificar que se hayan respetado todos los parámetros del modelo editorial, que la autoría esté completa y que exista coherencia entre todos los elementos de la obra. Una vez aprobado este paso, se pasa a la microedición. Esta implica leer detenidamente el documento y es ahí cuando se revisa, por ejemplo, en el caso de una edición educativa, la calidad de los datos, la actualidad de los datos científicos, que las fuentes sean fidedignas y no solo opiniones; en la edición académica, a lo anterior se suma una revisión de normas, como las APA o Chicago, según el modelo exigido por la universidad o revista que publicará. En el caso de una edición literaria, se busca que haya coherencia en la ficción del autor, como, por ejemplo, en los nombres y características de los personajes; vale la pena recordar que García Márquez tenía un fichero con los datos de la familia Buendía mientras escribía Cien años de soledad para no equivocarse o la incoherencia presente en la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, cuando a Sancho Panza le roban el burro y, luego de varias aventuras en un hostal, al retirarse se sube a su rocín sin que Cervantes recuerde que el animal había sido robado capítulos atrás. En eso consistiría un error generado por falta de microedición.

Otros cambios usuales durante la edición suelen ser el sugerir un nuevo orden de capítulos o abrir otro donde se aborden o desarrollen ciertos elementos faltantes, como la historia de un personaje que no ha quedado del todo clara o que se agregue una descripción que explique mejor sucesos posteriores. La microedición, entonces, se trata de corroborar la calidad literaria: que la obra encaje en el género literario al que se supone que pertenece, que la ficción creada sea coherente, se sostenga, se mantenga a sí misma, que no haya errores en los personajes (si son estáticos, que se mantengan así; y si son redondos, que se note el cambio) o, en casos extremos, sugerir un final alternativo o ciertos cambios en la estructura de la obra. Todo esto, claro, siempre en una negociación con el autor, quien siempre tiene la última palabra.

Proceso editorial: corrección de estilo

Una vez editada la obra, se pasa al proceso llamado corrección de estilo o corrección ortotipográfica. Esta tiene que hacerla un licenciado en letras o una persona con amplio y actualizado conocimiento de la gramática y la ortografía del español. A veces creemos conocer las reglas ortográficas, pero solo conocemos algunos mitos; por ejemplo, que la coma se usa para marcar una pausa. Eso es mentira: la coma se coloca para separar ciertos elementos sintácticos en la oración. Este, como otros mitos, han surgido por diversos motivos, como el uso de la máquina de escribir o la aplicación de reglas fonéticas (propias de la locucución o la declamacian) a la redacción; este tema se ha abordado en otra publicación de este Charlas literarias, por lo que no lo ahondaremos aquí.

Corregir el estilo de un documento no es cambiar el estilo individual del autor para que su obra se parezca a la de otro escritor famoso; se trata de mantener su propio estilo narrativo o literario, pero que a la vez el documento encaje en las normas ortográficas establecidas por la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) y sea de fácil comprensión para el lector, tomando en cuenta sus características, como su edad, nivel educativo, ubicación goeográfica, entre otras.

Proceso editorial: maquetación

El siguiente paso después de haber corregido el texto es la maquetación; consiste en aplicar el diseño gráfico aprobado en el modelo editorial al libro. Es donde se aplica el tipo y tamaño de fuente para el texto principal, para los títulos, subtítulos y demás elementos; se asigna el foliado o número de página (al centro o esquinado, según el modelo), se llena la hoja con datos legales, se define si cada capítulo empieza siempre en página par o impar y otros detalles que suele ejecutar un diseñador gráfico. El documento que se genera después de este proceso consiste en un archivo PDF de alta definición listo para imprenta; a ese documento se le conoce también como arte final.

Proceso editorial: corrección de pruebas

También se le conoce como corrección de galeras. Aquí se revisa la primera copia impresa del libro porque pueden generarse problemas en el arte final. Pueden ocurrir diferentes tipos de errores dependiendo de cómo se generó el PDF, de la calidad de las fuentes utilizadas o del proceso de impresión elegido, entre otros. Un error muy usual tiene su origen en que el diagramador trabaja sobre un machote (el modelo gráfico) y olvida cambiar o actualizar algún dato, como el número ISBN.

La corrección de pruebas básicamente consiste en que el corrector lea aquello que nadie más lee: las páginas legales, el colofón, la portada y más. El corrector de pruebas debe centrarse en los textos pequeños y en los grandes, pues suelen ser los que los demás pasan sin prestarles atención, pues asumen que están bien sin realmente revisarlos. Quien no puede asumir nada es el corrector de pruebas porque muchas veces es en lugares obvios, como en los títulos, en el lomo, en la portada o en la contraportada donde se encuentran los errores más graves.

En el caso de libros digitales, la corrección de pruebas tiene más qué ver con la experiencia del usuario; implica abrir el archivo digital en diferentes dispositivos lectores. En Cazam Ah, por ejemplo, los eBook se prueban en cinco dispositivos distintos: Android, Apple, Kindle, Linux y Windows. Eso permite verificar que el archivo se adapte a cualquier tipo de pantalla, abra y sea legible sin importar el tipo de dispositivo (teléfono, tableta, laptop, desktop) ni el sistema operativo que use.

Proceso editorial: impresión y comercialización

Obviamente, cada editorial tiene diferentes formas de impresión, canales de distribución y estrategias de promoción y difusión, como redes sociales o medios tradicionales. Para estos pasos, una editorial suele contratar los servicios de empresas externas que se especializan en logística, administración de redes y publicidad.

El proceso editorial involucra a diferentes personas, cada una con diversas habilidades y capacidades profesionales: especialistas en letras para la parte editorial, lingüístas para la corrección de estilo, diseñadores gráficos para la maquetación, administradores de redes sociales para la promoción de libros, etc.

Elección de una obra

El proceso de selección abarca el cómo se elige y evalúa una obra para ser publicada; se le suele llamar también informe de lectura editorial o informe de lector profesional. En Cazam Ah se definieron tres aspectos por evaluar.

Cómo publicar

La editorial Cazam Ah tiene dos formas para que un escritor publique. La primera es pertenecer al catálogo. Esto quiere decir que el autor forme parte de la serie Voluta o de la colección Germinal. En este caso, la editorial corre con todos los gastos: la edición, corrección, maquetación, corrección de pruebas, impresión, difusión y comercialización. Al autor se le paga con copias de su libro que puede vender, donar, dar a consignación en librerías, etc. Si se le acaban sus copias, el autor puede adquirir más con descuento de distribuidor para seguir obteniendo una ganancia con sus ventas. Aquí más información.

La otra forma es la impresión bajo demanda. El autor se autopublica, pero contrata los servicios editoriales de Cazam Ah para asegurar un libro de calidad. El primer paso es entregar el texto a la editorial, quien convierte el archivo Word en un arte final editado y corregido. El segundo paso es la impresión; la ventaja de este servicio es que el autor puede ordenar pequeños tirajes de 25, 50, 100 o 350 copias cada vez que se le acaben las existencias. Aquí más información.

Para pertenecer a la serie Voluta o a la colección Germen, la editorial evalúa las obras que recibe; en el caso del servicio de impresión bajo demanda, no se pasa por ningún filtro puesto que el autor es un cliente que contrata los servicios editoriales de Cazam Ah.

Temporada 2: Identidad y literatura

Charla impartida en octubre de 2021por el Mgtr. Javier Martínez*,editor general de Cazam Ah-----------*Licenciado en Letras y antropólogo*Maestro en Comunicación y en Lingüística

Identidad y literatura

 

Identidad y literatura son dos conceptos que están relacionados. De hecho, el Currículo Nacional Base contiene temas de literatura nacional con el objetivo de fomentar la pertenencia e identidad nacional. Para algunos, sí existe tal identidad y para otros, se conforma de distintas nacionalidades que habitan este territorio que llamamos Guatemala.

 

Identidad

 

La idea de nación es relativamente nueva y surgió a mediados del siglo XIX, cuando apareció el mundo como actualmente lo concebimos: organizado en naciones-estado claramente delimitadas por un territorio donde se habla cierto idioma, con una forma de Gobierno usualmente democrática y un Estado encargado de proveer estructuras públicas y servicios básicos y de salud, entre otras cosas. Antes de 1800, algunos países ya tenían esta idea, pero eran muy pocos los que habían logrado unificar en un territorio definido a una misma población, concretamente fueron los casos de España e Inglaterra. En aquel entonces, la mayoría de estos lugares eran monarquías absolutas en las que el rey ostentaba el absoluto poder; en su sola persona concentraba los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. En otras palabras, el rey decretaba una ley, hacía que se cumpliera y, si alguien la incumplía, era el mismo rey el encargado de imponer un castigo. Además, el soberano era elegido por Dios por medio del Papa o alguna otra autoridad eclesiástica. De hecho, el monarca era el dueño de la tierra y de todo lo que en ella había; eso incluía casas, cosas, animales y personas.

 

Durante el siglo XIX, las cosas cambiaron y se empezó a pensar que las personas tenían derechos, que el rey debía ser limitado en algún sentido a través de una carta donde él se comprometiera a respetar derechos básicos, como la vida o la propiedad privada; vale la pena mencionar que hubo casos de cartas constitucionales siglos antes, pero fueron verdaderas excepciones. Históricamente, constituciones y derechos humanos surgieron antes del siglo XIX, pero fue hasta ese siglo que se generalizaron.

 

Como se dijo antes, hubo algunos casos en que la nacionalidad surgió antes del siglo XIX, concretamente en España e Inglaterra. Durante el siglo XV, España llevó a cabo la llamada Reconquista, la cual consistió en que el reino de Castilla amplió su territorio, impuso su idioma (castellano) sobre otros y anexó los reinos cristianos de sus alrededores, ya fuera a la fuerza o a través de convenios, matrimonios o negociaciones. Luego, vino la expansión a ciudades fundadas por árabes en territorio hispano. Durante la Edad Media, la cultura árabe era fuerte y se expandió comercialmente; para ello, las caravanas viajaban desde el norte de África hacia España y, en algún momento, levantaron campamentos temporales que, poco a poco, se convirtieron en aldeas y, luego, en ciudades. Los árabes no expulsaron a los españoles, como sí lo hicieron los estos durante la Reconquista con los árabes y judíos. Aquellos que se querían quedar fueron llamados mudéjares o mudéjar y, para hacerlo, debían abandonar su fe y convertirse al cristianismo. Es por eso que, en 1492, cuando se encontró América, no se permitió el viaje a «nuevos cristianos» (árabes y judíos recién convertidos), sino solo a «cristianos viejos». De esta manera, los reyes de Castilla unificaron el territorio desde finales del siglo XV y lograron construir lo que ahora conocemos como nación. La riqueza saqueada de América, así como el monopolio de los productos extraídos, terminaron por solidificar esa unidad.

 

Otro proceso que también unificó a un país fue la Revolución francesa. El pueblo se hartó de la monarquía, la mataron y se enfrentaron al hecho de no saber cómo gobernarse; de hecho, llevaron a cabo varios intentos y experimentos políticos. Hubo quienes propusieron coronar a otro rey, ya fuera pariente del anterior o fundar una nueva dinástica; otros se propusieron a sí mismos para el cargo, incluso sin tener sangre noble; y otros propusieron crear una república o ser dominados por una junta de sabios. Francia hizo varios intentos y, al final, fundó la Cuarta República, que es la actual. La Revolución francesa puso en jaque a otras monarquías porque se dieron cuenta de que la gente podía rebelarse y, sobre todo, lo que había sucedido en Francia l abrió los ojos a los plebeyos sobre otras formas de gobierno. Muchas monarquías decidieron luchar contra Francia para impedir que estos nuevos gobiernos triunfaran y fue ahí donde entró en juego Napoleón Bonaparte, quien defendió las fronteras y la revolución.

 

Otras monarquías, más que atacar a los franceses, decidieron aprender la lección y modificar la forma en que gobernaban antes de una posible revolución. Eso es lo que hicieron los reyes de Inglaterra a finales del siglo XVIII, cuando empezaron a promover la propiedad privada y, sobre todo, a centralizar propiedades en ciertas manos que tuvieran el dinero suficiente para comprarlas. Esto permitió el surgimiento de terratenientes que, en algún momento, tuvieron suficiente capital para invertir en la compra de maquinaria que facilitara la producción de tejidos y así comenzó la Revolución Industrial y, con ella, el cambio del siglo XIX que no solo implicó un mayor mercado con mejores y más baratos productos, sino también migración del área rural hacia las grandes ciudades. Todo esto, de la mano de mejoras en la medicina (como la invención de la vacuna), el alumbrado de las calles, la pasteurización de la leche y el aumento en la expectativa de vida creó el mundo que hoy conocemos.

 

Otros países no tuvieron esta oportunidad, entre ellos concretamente Italia y Alemania, ya que no existía el país tal cual, sino pequeños reinos o ciudades estado: una ciudad donde vivía la mayoría de la población protegida por un muro y afuera estaban los campos de cultivo. Aunque los habitantes de estas ciudades hablaban el mismo idioma, no necesariamente se llevaban bien; por ejemplo, en el caso de Italia, en El Príncipe de Nicolás Maquiavelo se describe cómo todos los reinos italianos luchan entre sí para tener más poder; de hecho, también luchaban contra el Papa, quien en esa época era una figura muy diferente a la de hoy, con su propio ejército para ponerlo a disposición de uno u otro rey y así inclinar la balanza a favor de los intereses de la Iglesia. Siglos después de Maquiavelo, todas estas ciudades seguían peleando entre sí hasta que, en la parte norte de Italia, el conde de Cavour fue asignado por la monarquía de Cerdeña para comenzar la unificación; al sur de Italia fue Garibaldi quien logró la unificación y luego cedió el territorio a los esfuerzos unionistas del norte.

 

Algo similar pasó en Alemania: varias ciudades estado estaban bajo el dominio o influencia de países cercanos, como Austria, Francia o Finlandia, quienes impedían la unión. En este caso, fue Otto von Bismarck el encargado de la unificación. Esto provocó entre 1860 y 1890 diferentes guerras contra sus vecinos hasta formar el Segundo Reich. Entonces, España, Inglaterra y Francia ya tenían una idea de nación y orgullo nacional; ahora se sumaban Italia y Alemania, entre otras. Esto llevó a una rivalidad entre naciones que pronto terminará en imperialismo y, pocas décadas después, en la Primera Guerra Mundial.

 

Nación

 

La nación incluye tres conceptos: territorio, debe tener un espacio físico claramente establecido y delimitado, ya sean límites naturales, como un río o una montaña, o artificiales, establecidos en algún tratado; idioma, por eso en España se habla idioma español y en Inglaterra, inglés, aunque queda claro que en esos países también se hablan otros idiomas; y cultura, que incluye la literatura e implica que todos conozcan a los mismos autores y que se identifiquen con las problemáticas abordadas en las obras.

 

Ya Goethe hablaba acerca de una literatura nacional y que esta se debía debatir entre todos los lectores y actores culturales para definir a los autores más representativos de la esencia nacional. Goethe agregaba que, una vez definidos estos, podría reducirse la lista a aquellos relevantes para el mundo entero y, así, formar el canon de literatura universal que formaría el bagaje cultural de todo ser humano.

 

En el caso de Guatemala, por ejemplo, esperaríamos que ciertos autores fueran conocidos aquí, pero no en Japón; sin embargo, sería posible que conocieran allá a Miguel Ángel Asturias, premio Nobel de literatura. En el plano de la literatura nacional podríamos hablar de otros autores, como Flavio Herrera, Virgilio Rodríguez Macal y Mario Monteforte Toledo, entre muchos otros. ¿Qué criterios debería tener un autor para considerarse de la literatura nacional? ¿Quiénes están dentro de esa categoría? Esto es todavía un debate abierto.

 

Costumbrismo


Dentro de la literatura hay ciertos movimientos y épocas que tienen mucho más qué ver con el sentimiento de nacionalismo que otras. Por ejemplo, actualmente es difícil encontrar un autor que aborde ese tema porque vivimos en una época de aldea global, de internet, de streaming, de podcast internacionales. Dentro de las corrientes que sí contienen ese sentimiento nacionalista está el costumbrismo, que surgió a mediados del siglo XIX con el objetivo de ahondar en las costumbres, como su mismo nombre lo indica, en las tradiciones y leyendas locales.


Resulta interesante que el costumbrismo no es tanto un movimiento literario, como una tendencia periodística, ya que los autores publicaban columnas de opinión más que libros. Incluso aquí, en Guatemala, el autor más famoso de esta época, José Milla y Vidaurre, también conocido como Salomé Gil, publicó muchas de sus novelas y de sus cuadros de costumbres en diferentes periódicos, como La Gaceta Oficial, el Diario de Centroamérica o La Semana. Muchos de estos documentos que hoy se conocen como literatura, realmente fueron artículos periodísticos; incluso sus novelas se publicaban por entregas en periódicos. José Milla vivió de 1822 a 1882, por lo tanto, es uno de los primeros autores de la época independiente y vio la anexión a México, la creación y caída de la República Federal de Centroamérica, el surgimiento de la Republica de Guatemala y la Revolución liberal de 1871. José Milla fue quien definió al «chapín» por medio de sus cuadros de costumbres y su personaje Juan Chapín.

 

No solo José Milla publicó en Centroamérica este tipo de documentos, también hubo otros, como Luis Salvador Efraín Salazar, Salarrué, quien vivió en El Salvador de 1899 a 1975, donde publicó obras como Cuentos de Cipotes y Cuentos de barro. José Milla vivió en el siglo XIX, pero Salarrué, en el XX; pareciera que no encajan las fechas, pero lo que pasa con este movimiento literario es que la temporalidad no importa: se caracteriza por la forma en que las obras fueron escritas, por el objetivo que tienen, no por los años.

 

Regionalismo

 

Se caracteriza por incluir aspectos sobre la naturaleza, la geografía, la fauna y la flora de cada región en la literatura; de ahí su nombre. Un ejemplo muy claro es la obra de Virgilio Rodríguez Macal para el caso de Guatemala, con obras como Guayacán o La mansión del pájaro serpiente. En Guayacán se relata la vida de los chicleros en la selva de Petén y en La mansión del pájaro serpiente, la fauna y la flora de las distintas regiones guatemaltecas.

 

El regionalismo tiene dos vertientes o variantes: el criollismo y el indigenismo. El primero se caracteriza por centrarse en la fauna, la flora y el orgullo nacional desde el punto de vista del criollo (los descendientes de los españoles nacidos en América); dentro de los autores criollistas se puede mencionar a Flavio Herrera con su obra El tigre que, para los ojos de hoy, podría parecer atroz o un objeto de «cancelación» por incluir no solo conceptos y visiones profundamente racistas, sino también violencia de género. La novela El tigre narra la historia de un estudiante universitario que debe regresar a su finca en el área rural y, con los conocimientos adquiridos en la ciudad capital, quiere resolver algunos problemas, especialmente liberarse del puma (no un tigre) que está devorando el ganado de la finca; los indígenas están asustados y no saben qué hacer con la bestia. Esta es una visión muy racista ya que debe llegar el occidental, el criollo, a resolver el problema, pues los indígenas son incapaces de hacerlo. Mientras lo resuelve, el personaje principal se fija en una muchacha indígena que es más bella que las demás (esto, aclara el autor, porque es hija de un italiano con una princesa indígena). Durante la fiesta patronal, él decide convivir un poco con sus peones y toma cusha, una bebida artesanal local, hasta emborracharse; el calor, los mosquitos, el alcohol y el ambiente lo convierten metafóricamente en un animal predador, en una especie de ser salvaje que termina acechando (como un tigre) y violando a la muchacha.

 

La otra vertiente o variante del regionalismo es el indigenismo; aunque también representa a la región y al indígena, es más benévola con este último, pero no deja de ser racista, pues lo presenta desde la perspectiva del «buen salvaje»: una persona sin maldad, que llega a ser simple, tan tonto que necesita la protección y guía de los occidentales o mestizos. Un ejemplo claro es la novela Entre la piedra y la cruz de Mario Monteforte Toledo: la «piedra» del título hace referencia a las estelas, a los monolitos, a los ídolos que adora el indígena y la «cruz», obviamente, al cristianismo concebido como «la religión verdadera y civilizada». El personaje principal, de origen indígena, logra educarse gracias a los esfuerzos de su maestro mestizo y así se aleja de las creencias y costumbres locales hasta ganarse una beca en la capital, donde termina de «pulirse» como un ciudadano guatemalteco ejemplar, al punto que desposa a la hija de quien fuera su maestro.

 

Identidad y literatura hoy

                                                                                                                                                            

El costumbrismo y el regionalismo incluyen las obras que tratan de tradiciones y leyendas que están íntimamente ligadas con la tradición oral y las personas que crecen escuchando leyendas y mitos, como el Sombrerón, la Siguanaba y la Llorona, entre muchos otros. Actualmente existen institutos académicos que estudian estos temas antropológicamente, como el Centro de Estudio de las Culturas en Guatemala (CECEG) de la Universidad de San Carlos de Guatemala (antes conocido como el CEFOL o Centro de Estudios Folklóricos), el cual se dedica, entre otras cosas, a registrar variantes en la tradición oral, estudiarlas, clasificarlas y darlas a conocer. De estos estudios surgió la obra La calle donde tú vives de Héctor Gaitán, tan popular hoy que, incluso, se ha adaptado para representaciones teatrales.

 

¿Hay todavía hoy autores costumbristas o regionalistas? Sí, de hecho, es lo que más gusta a nivel local y un ejemplo es uno de los libros recientemente publicados por Editorial Cazam Ah llamado Espantos y aparecidos: cuentos de Guatemala de Jorge García. En opinión de García, este libro aporta a la identidad nacional; además, admite una fuerte inspiración en la obra de Héctor Gaitán. En su libro, Jorge García transmite el sentimiento de antaño que tenían los guatemaltecos por la ciudad, la descripción de sus casas, calles y lugares; además, los mitos y leyendas que incluye la publicación fueron elegidos por ser los más conocidos y arraigados al imaginario guatemalteco.

Temporada 2: Netflix como nueva literatura

Charla impartida en octubre de 2021por el Mgtr. Javier Martínez*,editor general de Cazam Ah-----------*Licenciado en Letras y antropólogo*Maestro en Comunicación y en Lingüística

Lo primero es tranquilizar a las personas con una posición un poco más intelectual que, al escuchar este título, podrían pensar «¡¿Cómo van a comparar a Netflix con la literatura cuando esta plataforma es un producto popular y comercial, mientras que la literatura, algo sublime y artístico?!». Sin embargo, el objetivo de esta publicación es exponer ciertos paralelismos entre esta nueva forma de difusión y la literatura; es más, esta nueva tecnología de streaming podría ser útil para atraer a más personas a la lectura. Muchas de las prácticas sociales que giraban alrededor de la literatura de alguna manera se han desplazado hacia Netflix; realmente, hacia cualquier plataforma de streaming, pero aquí se utiliza este caso porque es la plataforma más popular por el momento.

Interacción social

Usualmente, en clases de literatura, la primera pregunta del estudiante es «¿Y esta materia para qué sirve?». Para responder vale la pena regresar a las raíces y recordar para qué sirve la literatura; lo más básico es que sirve para hablar, para interactuar con otras personas: se conoce a alguien y se comienza una charla literaria, se le puede preguntar qué libros le gustan, cuál es su autor o novela favoritos. Puede que suene a una charla un poco rebuscada y que la respuesta tajante sea «A mí no me gusta leer»; sin embargo, sí se da por sentado que se puedan usar otros temas para comenzar una plática casual, como el programa de televisión favorito o el tipo o marca de vehículo que se posee. Si esto es así, ¿por qué no se puede pensar que es válido comenzar una charla con libros? Probablemente nos llevaremos una agradable sorpresa cuando lo pongamos en práctica.

Todos hemos leído, aunque sea a la fuerza en el colegio, algún libro y es probable que al interactuar con otros nos respondan eso. ¡Perfecto, en la escuela leemos precisamente los libros que Goethe llamaba Weltliteratur y que hoy conocemos como «los clásicos»! El poeta alemán pensaba que existía una literatura que debía ser reconocida a nivel mundial y otra, a nivel nacional; ambas sirven como un punto de referencia mínima para conversar.

Entonces, interactuar, hacer una charla con base en lo que hemos leído e, incluso, en lo que no (al recomendarnos libros y autores) es un buen punto para iniciar una amistad y conocer los intereses del otro. Todo esto está íntimamente ligado con la pregunta «¿Para qué sirve la literatura?». Parte de la respuesta es la ya descrita: sirve para crear lazos, redes de contactos o amistades; incluso para crear redes de trabajo, de alianza, de conocidos y ampliar el capital humano. Con la literatura se pueden hacer amistades, tener conocidos que, de alguna manera, incidan no sólo en nuestros gustos, sino incluso en temas laborales o de la vida personal.

Catarsis

Otro uso que se le puede dar a la literatura, principalmente los escritores, es la catarsis. Este es un concepto que se utiliza en la crítica literaria y se refiere a «liberar los demonios», aunque hoy esa definición es bastante trillada. No necesariamente un autor debe tener «demonios» para escribir bien, pero al final sí suele suceder que hay personas que necesitan sacar de una manera constructiva esos sentimientos negativos. Recordando a Nietzsche, serían los impulsos dionisíacos o esos impulsos de muerte, como los llamaba Freud. ¡¿Y qué mejor forma de sacarlos que crear, escribir una novela, un cuento, un poema, con el cual se libera el autor, vuelve a tener limpia el alma?! Se pueden experimentar sentimientos negativos o positivos y transmitirlos a través de una historia; pensemos en autores como Baudelaire, ¿qué hubiera sido de él si no hubiera escrito Las flores del mal? Pensemos también en Charles Bukowski: sus novelas, aunque misóginas, logran sacar ese sentimiento negativo.

Anagnórisis

¿Qué otro uso tiene la literatura? El autodescubrimiento o, como se le llama en letras, la anagnórisis. La anagnórisis hace referencia al reconocimiento de los demás, no necesariamente de un auto reconocimiento. El ejemplo clásico de la anagnórisis es el momento en el que, en la Odisea, Odiseo, es reconocido por su aya o niñera al ver una cicatriz que tiene en la pierna y que en la infancia le causó un jabalí; en ese momento, a pesar de estar disfrazado, Odiseo muestra su pierna y ella lo reconoce como quien realmente es: el rey de Ítaca.

Aunque la anagnórisis hace referencia al reconocimiento entre personajes, también se puede hablar de una anagnórisis del lector, donde este se reconoce a sí mismo, se autodescubre o se identifica con algún personaje. En Netflix, ya incluyéndolo en el tema, hay varios ejemplos en los que los espectadores tienen como personaje favorito al protagonista o, incluso, a su antagonista.

Comprender el mundo

Otros usos de la literatura bien podrían ser comprender el mundo y la sociedad en que vivimos. Obviamente hay distintas tipos de obras, pero hay ciertas corrientes literarias, como el futurismo, que se dedican a esto; también el realismo y, por supuesto, el naturalismo, reflejan, analizan e, incluso, exponen hipótesis acerca de la sociedad y cómo nos moldea grupal e individualmente. Un ejemplo es la literatura costumbrista, como la obra de José Milla, quien decidió reflejar la personalidad del guatemalteco en el famoso personaje Juan Chapín, un bondadoso y crédulo hombre que, al mismo tiempo, resulta ser malinchista (prefiere lo extranjero) y un tanto tonto. A mediados del siglo XIX, época en la que también vivió José Milla, en Europa surgió la idea del nacionalismo porque muchos países se estaban convirtiendo en naciones, como Alemania e Italia; ambos países hasta ese momento solo eran pequeñas ciudades-estados o reinos que compartían idioma, cultura y costumbres. Fue entonces cuando la literatura empezó a llevar a la reflexión sobre la existencia de un «alma nacional» o «identidad nacional» y se conformaron estereotipos que hoy conocemos, como que el inglés es frío; el alemán, metódico; el francés, enamorado, etc.  Otro ejemplo es el regionalismo, corriente literaria que no solamente analiza la sociedad, sino también las características geográficas y biológicas (fauna y flora) de estos lugares. Para el caso de Guatemala no hay mejor ejemplo que Virgilio Rodríguez Macal con obras como La mansión del pájaro serpiente donde habla de los distintos animales del país o su novela Guayacán.

Comunicación y entretenimiento

Por otro lado, desde una perspectiva comunicativa, la literatura sirve para informar, para educar e, incluso, para entretener. ¿Quién no ha ampliado su vocabulario a través de la lectura o profundizado en nuevos temas gracias a la literatura? Obviamente se mejora la comprensión lectura, algo útil en cualquier trabajo; pero el entretenimiento tampoco está mal. El libro no solo sirve para adquirir conocimientos; la literatura incluye un buen porcentaje de gozo estético que es precisamente lo que facilitará la adquisición del hábito lector. Este no se forma únicamente porque se vea a los padres leer o porque el docente exija una hora de lectura diaria; se forma porque se obtiene un beneficio, una satisfacción: ese gozo de perderse en la lectura, de entretenerse. Esto lo entendían desde épocas muy antiguas los aedos griegos, una especie de trovadores que eran profesionales de la entretención.

«Homero» en griego significa «ciego» y se cree que estas personas, al no tener un trabajo tradicional, se dedicaban a entretener a otros; para ello se aprendían las historias de memoria, tocaban un instrumento y cantaban de pueblo en pueblo. Algo muy similar pasaba en la Edad Media con los juglares y los trovadores, quienes no solo recitaban, sino también leían en voz alta, contaban cuentos, montaban obras de teatro, de títeres y hacían cualquier cosa con tal de tener a la población entretenida y recibir monedas a cambio. ¿Dónde lo hacían? En el parque central, por eso es que muchos pueblos todavía tienen un quiosco en las plazas para este tipo de actividades. La gente salía a trabajar al campo y, al regresar al pueblo, pasaban por el parque y se quedaban un rato entreteniéndose, así como hoy regresamos de la oficina y vemos el siguiente episodio de una serie en Netflix. Y así como hoy las personas ven una y otra vez su serie o película favorita, en la Edad Media había temas y personajes populares y el público estaba dispuesto a escuchar y a pagarle al trovador o jugar para que contara nuevas historias o repitiera sus favoritas; por ejemplo, la historia del Mío Cid. Había tanta demanda de esta historia en España que los juglares tuvieron que inventar secuelas del Cantar del Mío Cid (anónimo), como el Epitafio épico del cid (anónimo, siglo XIV) y precuelas, como Las mocedades del cid (de Guillén de Castro). Aunque el cantar original tenía cierta base histórica, las precuelas y secuelas son 100% ficción, simplemente se escribieron para satisfacer la demanda; se trata de obras que hablan de guerreros, de armas, de soldados enfrentándose, como Rambo y Rocky que tienen partes I, II, III, IV, y V y la gente sigue pidiendo más. Esto no es algo nuevo del mercadeo, pues ya lo hacían los trovadores de la Edad Media.

Todo lo anterior es exactamente lo que hace Netflix o cualquier otra plataforma de streaming: refuerza un concepto de nación (segmenta sus contenidos por regiones geográficas) y crea una identidad globalizada. Y es que precisamente de ahí nace Netflix, del internet, el cual tampoco surgió de la nada, vino del cable y este de la televisión, esta de la radio, la radio del teléfono y del telégrafo, y estos dos del correo y estos de los heraldos que llevaban noticias de un lugar a otro a pie o a caballo.

Creación de contenido

Hoy se ve a la literatura como algo que se podría producir como una industria (industria naranja, específicamente). La industria editorial no es nueva, nació poco después de la invención de la imprenta, alrededor de los siglos XVII y XVIII se definió el mercado editorial. Cuando una editorial invierte en un libro lo hace con el objetivo de venderlo. Un autor exitoso lo es porque ha tenido muchos lectores, ya sea porque compran sus libros o los adquieren gratuitamente; hay de todo, pero hay que tener en cuenta que se necesitan lectores y ellos tienen gustos y expectativas, ¿por qué no pensar en ellos al escribir?

Hay quienes afirman que el escritor solo debe saciar su espíritu de creación, pero cuando el libro es editado se le agregan características para introducirlo mejor al mercado. Es por eso que no se publican libros con faltas de ortografía, pues se piensa en las expectativas mínimas del lector (o comprador). Por supuesto, hay productos editoriales muy comerciales, también llamados best seller que han sido pensados especialmente para venderse; además, existen los negros literarios o escritores fantasmas, autores que prestan sus servicios para escribir obras a nombre de otros, que están ahí para esa producción a nivel industrial. Pero también hay libros comerciales que no han tenido éxito y otros que han sido concebidos de manera «no comercial», pero que han llegado a ser un tremendo éxito de ventas, como Pedro Páramo de Juan Rulfo. Así que hay de todo, desde lo comercial pensado y planificado que no ha triunfado, hasta lo que es muy poco comercial y que se vuelve tendencia, un libro de culto.

Otras prácticas sociales

Algunas prácticas sociales han pasado de la literatura a las plataformas de streaming; un caso son los clubes de lectura. Antes era una reunión alrededor de una sala en la que se leía grupalmente o, al finalizar una lectura preestablecida, los integrantes se reunían para discutirla mientras tomaban café o té; ahora esto ha variado a la estación de café en las oficinas, donde se puede llegar con alguien y preguntarle si ha visto El juego del calamar, por dónde va y hasta comentar los barbarismos que entran al vocabulario debido a las series asiáticas. Se quiere discutir la serie, pero sin revelar el final, sin spoiler ni desencantar al público. Exactamente lo mismo pasa con los libros, un ejemplo es El palacio del sol de Rubén Darío, una obra que, de hecho, tiene muchos niveles: en un sentido literal, el autor se dirige a las amas de casa que podrían estar compartiendo esa obra entre ellas y les da un consejo fantasioso sobre cómo sanar a las adolescentes deprimidas. Sin embargo, en un nivel más profundo, el autor insinúa que la cura para la depresión en adolescentes es tener sexo prematrimonial y orgiástico. A pesar de lo poco ortodoxo de su mensaje, Darío logró enviarlo indirectamente, escondido entre líneas, para que lo debatieran las amas de casa conservadoras de la élite nicaragüense de finales del siglo XIX.

Así como hay libros que llegan a ser tendencia, existen tipos de series que se ponen de moda. Hace algunos años eran tendencia las series de superhéroes: Flash, Gotham, Supergirl. Incluso hoy todavía hay secuelas de los Avengers, como la Viuda negra que acaba de estrenarse. Esta moda sigue, aunque está en franco declive. Luego, hubo una moda de zombis con The walking dead como la serie principal, pero existieron también muchas otras. Luego, se pusieron de moda los narcotraficantes: se publicaron novelas, series, documentales biográficos de Pablo Escobar y de Popeye, entre otros. Actualmente, la moda consiste en series que abordan sociedades distópicas, específicamente a través de juegos; el ejemplo es El juego del calamar, a la cual, curiosamente se le puede encontrar un parecido en la literatura con La lotería de Babilonia de Jorge Luis Borges. Pero, ¿es esto algo nuevo? No, es lo mismo que pasaba antes con las corrientes literarias que ya mencionadas: el costumbrismo, el regionalismo, el modernismo, el futurismo, etcétera.

Literatura, música y cine

Al final, ¿qué tienen en común Netflix y la literatura? Todo arte lleva a la reflexión crítica del individuo y de la sociedad, ya sea el arte audiovisual, que sería el caso de Netflix, o el literario. También se podría agregar que la música y la televisión son, junto con la literatura, los artes de mayor difusión. Alguien podría objetar que ya casi nadie lee, pero no limitemos la literatura a los libros, de alguna forma la música y la televisión son descendientes o alternativas finales de la literatura. Por ejemplo, en la música, la letra de las canciones es poesía lírica. Lo que pasa es que, al menos en el idioma español, ha habido un divorcio entre la literatura y la música y muchos críticos literarios niegan que la letra de las canciones sea literatura, pero en otros idiomas, como en el inglés, resulta obvio: la palabra para la letra de las canciones es lyrics. La misma palabra lo dice, se llama «lírica» porque se tocaba con una lira, un instrumento musical de cuerdas. La musicalidad de la poesía, la métrica de las sílabas, el ritmo y otras características fonéticas hacen que la lírica sea fácilmente convertida en música.

Por otro lado, en el caso de la televisión se encuentran los guiones. Hacer un buen guion implica tener profundos conocimientos literarios: crear los personajes, crear diálogos verídicos, crear mundos ficticios, tramas que llamen la atención. Todos estos son instrumentos de la literatura, de la teoría crítica que están estudiados desde hace muchos años, como en la Poética de Aristóteles.

Conclusión

No hay necesidad de rechazar las nuevas formas literarias ni las nuevas expresiones únicamente porque son populares; al contrario, hay que utilizarlas como herramientas para llevar a la reflexión e, incluso, para crear nuevos lectores. Se pueden usar para recomendar libros en los que se basan las series o con los que están relacionados. Hay que utilizar, entonces, las nuevas tecnologías para retomar la literatura y, sobre todo, difundirla. Debemos acercarnos a esas personas que dicen que no les gusta leer a la hora del café en una plática cotidiana y preguntarles «¿Cuál es tu libro favorito?». Si no le gusta leer, podemos preguntar qué serie mira y recomendarle libros que podrían ser de su interés para, así, traerlos a este mundo maravilloso de las letras.

Literatura guatemalteca colonial

Charla impartida en septiembre de 2020por el Mgtr. Javier Martínez*,editor general de Cazam Ah-----------*Licenciado en Letras y antropólogo*Maestro en Comunicación y en Lingüística

Contexto

La Capitanía General de Guatemala incluía desde Chiapas y Soconusco (actualmente parte de México) hasta Costa Rica. Este territorio se puede concebir como uno solo a partir de 1524, cuando se fundó la primera capital en Tecpán. Esta época termina en 1821 con la firma de la independencia; por ende, la Capitanía General, una región administrativa de la colonia española, existió durante 297 años. A la fecha, Guatemala ha pasado más tiempo como colonia que como nación independiente.

Vale la pena aclarar que durante las primeras décadas, la producción escrita en la Capitanía General de Guatemala se centró en dos tipos textuales. Por un lado, los escritos indígenas que intentaban preservar la cultura que se perdía; por ejemplo, el Memorial de Sololá o el mismo Popol Vuh. Dentro de esta categoría entra toda la literatura llamada «prehispánica» pues, aunque fue concebida antes de la invasión española, en su gran mayoría (con excepción del Rabinal Achí) fue escrita o redactada después de 1524. El otro tipo textual de estos primeros años son las crónicas, obviamente españolas y cuya finalidad era informar a la Corona sobre lo que pasaba en América. De hecho, algunas crónicas eran meramente históricas y otras tenían un objetivo notarial. Usualmente eran escritas por personas con fe pública para informar al Rey o, concretamente, al Consejo de Indias, sobre los pormenores de la conquista. Ejemplos de esta categoría son documentos como La historia verdadera de la conquista de la nueva España escrita por Bernal Díaz del Castillo en Guatemala, quien la escribió porque estaba consciente de que en España algunos historiadores adaptaban la información para exagerar el papel que algunos capitanes, como Hernán Cortés, jugaban en la invasión para entretener al público al punto que los hacían parecer superhéroes. Esto no le parecía bien a Bernal porque él había estado presente en la conquista de México y de Guatemala y, aunque admite el importante papel de Cortés, también deseaba plasmar el esfuerzo y los peligros que pasaron los otros soldados. Al final, lo que Díaz del Castillo quería era un mayor reconocimiento a sus esfuerzos parte de la Corona española.

No se puede hablar de literatura colonial sin mencionar cómo llegó la imprenta a la Capitanía. Esta máquina fue traída por el obispo fray Payo Enríquez de Rivera en 1659, lo que implica que desde la fundación de Tecpán en 1524, la región pasó casi 135 años sin libros ni documentos impresos localmente. Vale la pena mencionar que, a pesar de haber traído esta máquina, en la Capitanía General de Guatemala no existía una persona que supiera utilizarla y que tuviera, además, tipos para su uso. Eventualmente se logró que un hombre que vivía en México, quien ya tenía sus propios tipos y sabía manejar imprentas, se mudara a Guatemala. Esta persona fue José Pineda Ibarra, quien tardó alrededor de un año en armar la imprenta de fray Payo Enríquez de Rivera y ponerla en funcionamiento; de hecho, fue hasta noviembre de 1660 que se produjo el primer documento impreso: un sermón de fray Francisco Quiñónez. Por otro lado, el primer libro impreso en Guatemala llevaba el título Explicatio apologética y su autor fue el obispo Enríquez de Rivera; se publicó en 1663.

Durante la época colonial, la mayoría de libros venían de España. Cuando José Pineda Ibarra llegó a Guatemala, se necesitó un permiso especial de Madrid para que se permitiera la impresión de libros, puesto que estaba prohibido ya que mermaría el negocio de los libreros y los importadores. Sin embargo, aunque se concedió el permiso especial, Pineda Ibarra se limitó a imprimir material religioso, como escritos teológicos.

Características de la literatura colonial

Se puede afirmar que mucho de la literatura en América durante esta época era una copia o una adaptación de lo que se publicaba en España. No hubo mucha producción literaria durante la colonia; por el contrario, la mayoría de libros eran importados desde España, donde acababa de suceder el Siglo de Oro.

Artísticamente, la época colonial corresponde al barroco, movimiento literario que se caracteriza por una exageración de los tropos o figuras literarias. Por un lado, había se publicaba mucho teatro y, aunque hoy parezca extraño, los diálogos estaban rimados, como el caso de Fuenteovejuna de Lope de Vega. La rima permitía que los actores recordaran mejor su papel y que el público más alejado en los teatros sin diseño acústico pudiera escuchar o adivinar las palabras del actor. Por otro lado, en la poesía estaban de moda dos grupos contrarios entre sí. Uno eran los conceptistas, que se caracterizaban por abordar en sus poemas temas simples con un lenguaje cotidiano y hacer uso de la agudeza mental por medio de juegos de palabras; por ende, muchas veces había dobles sentidos en los poemas. Aunque hubo varios escritores que sobresalieron en este grupo, destacó Francisco de Quevedo. El otro grupo estaba conformado por culteranistas. En este caso, los poetas trataban de abordar temas abstractos con un vocabulario bastante rebuscado y con el lenguaje en un orden sintáctico alterado y complejo, conocido como hipérbaton. Algunos de los principales autores del culteranismo fueron Luis de Góngora y, en América (México), sor Juana Inés de la Cruz. Vale la pena notar que las figuras literarias como el hipérbaton y el retruécano no se usaban para dificultar la lectura, sino porque era una característica del culteranismo y también para lograr que las sílabas y rimas de las palabras encajaran en el formato poético elegido, como el soneto. En el caso de Guatemala, en esta época se conoce a la poetisa y dramaturga sor Juana de Maldonado, quien vivió de 1598 a 1668. De sor Juana de Maldonado se sabe poco, así como de su obra, pues esta se quemó en el siglo XX prácticamente inédita. Lo único que sobrevivió fue una obra teatral titulada Entretenimiento en obsequio de la huida a Egipto. Esta obra representa la huida de los judíos de Egipto y abordaba temas religiosos. Aunque no hay mucha información sobre sor Juana de Maldonado, sí hay muchas habladurías alrededor de ella: algunos afirman que tomó los votos como monja debido a un desamor y otros, que llegó a ser abadesa en su convento por la influencia de su padre, el Oidor de la Real Audiencia. A las habladurías se suma la ficción, pues siglos después José Milla la utilizó como un personaje secundario en su novela Los Nazarenos.

Literatura guatemalteca colonial

En cuanto a literatura guatemalteca colonial se puede mencionar una variedad de ejemplos de textos importantes, como el Epitafio del Adelantado escrito por Juan de Mestanza y dedicado, obviamente, a Pedro de Alvarado. Aunque no está claro dónde están los restos del Adelantado, se sabe que este epitafio estuvo algún tiempo frente a la catedral. La historia general de las Indias occidentales escrita por fray Antonio de Remesal es otro ejemplo de la literatura colonial, así como Recordación florida de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, quien afirmaba ser descendiente de Bernal Díaz del Castillo y usó como fuente a su antecesor. Una breve relación del fuego, temblores y ruina de la muy noble y muy leal ciudad de los caballeros de Santiago de Guatemala, escrita por Cristóbal de Hincapié Meléndez, resulta ser un interesante romance que describe los terremotos que destruyeron la capital en 1717.

Otro ejemplo más de la obra colonial guatemalteca es el Canto a Guatemala, un poema que forma parte de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar, sacerdote jesuita. Desde la época de los romanos se han usado textos literarios, como La Eneida de Virgilio, para enseñar latín y la época de Landívar no fue la excepción. Rusticatio mexicana es un libro novedoso escrito en latín, pues relata el viaje del autor desde Guatemala a México, lo cual era un tema diferente y exótico para la Europa del siglo XVIII. Por ello, muchos docentes jesuitas lo utilizaron como un libro de texto para enseñar latín. Además, al ser el autor jesuita también, la obra fue preferida entre otras para la enseñanza de este idioma alrededor del mundo. Rusticatio mexicana se convirtió así en algo parecido a un best seller mundial y el nombre de Rafael Landívar fue conocido en muchos lugares del mundo.

Entre otras obras notables de la época se encuentran las fábulas de Rafael García Goyena, que se suelen caracterizar por la ironía y la crítica social. También resaltan los poemas de Simón Bergaño y Villegas, así como los poemas y fábulas de Antonio José de Irisarri. Según algunos especialistas en literatura colonial, Simón Bergaño y Antonio José de Irisarri fueron los escritores más famosos de aquella época en este territorio. No se pueden dejar de mencionar los poemas de María Josefa García Granados porque con ella ya suman dos las escritoras de esta época, lo cual era inusual, pues la mayoría de mujeres no sabían ni leer ni escribir; tal vez ellas fueron la excepción por pertenecer a la más alta aristocracia local. Algunos afirman también que Pepita García Granados, como también se le conocía, fue la «Niña de Guatemala» que inspiró a José Martí para escribir su famoso poema, pero esto no puede ser posible, ya que el poeta cubano estuvo en Guatemala en 1877 y la escritora murió en 1848. Para terminar, se debe resaltar la obra de José Batres Montufar, concretamente un cuento escrito en verso titulado Don Pablo que, para sorpresa de muchos, fue la obra más famosa en vida del autor y no el poema Yo pienso en ti, por el que actualmente se le recuerda. Todos los textos aquí mencionados fueron compilados por el mgtr. Javier Martínez y publicados en el libro Literatura guatemalteca colonial de la editorial Cazam Ah.

Edgar Allan Poe, terror y suspenso

Charla impartida en diciembre de 2019 durante la presentación del libroMuerte, asesinato y mentirapor el Mgtr. Javier Martínez*,editor general de Cazam Ah-----------*Licenciado en Letras y antropólogo*Maestro en Comunicación y en Lingüística

Haremos un recorrido por la biografía y las características literarias del autor de Muerte asesinato y mentira, Edgar Allan Poe.

Edgar Allan Poe

Poe nació en Boston en 1809 y murió joven, con solo 40 años de edad. Se supone que sus padres fueron actores de teatro, pero no hay mucha información al respecto porque murieron cuando él tenía solo dos años. A inicios del siglo XIX, el trabajo actoral era muy mal visto, prejuicio que venía desde la época del renacimiento porque exhibirse en las tablas permitía rumores y críticas a los que una persona de alta sociedad no estaba dispuesta a exponerse. Ya Shakespeare se había enfrentado a este problema cuando, en el siglo XVI, intentó formar el primer grupo de actores profesionales y se encontró con que solo prostitutas y borrachos estaban dispuestos a integrarlo.

Aunque Poe provenía de una familia de escasos recursos que no tenía otra manera de ganarse la vida, al quedar huérfano fue adoptado por un rico comerciante de nombre John Allan (de allí el apellido). Sin embargo, parecía que su vida estaba marcada por la tragedia, pues a los seis años murió su madre adoptiva y tuvo que vivir solo con su padre adoptivo, quien se lo llevó a Inglaterra. Años después volvió a Estados Unidos y estudió en la Universidad de Virginia, de donde lo expulsaron en 1827 bajo los cargos de ser jugador y alcohólico; en su cuento William Wilson se ven aspectos autobiográficos de esta etapa. Poco después, Poe trabajó en una de las tiendas de su familia, pero duró poco tiempo y renunció para irse a Boston.

Ahí publicó Tamerlane y otros poemas y se enlistó en el Ejército, donde solamente sirvió por dos años, aunque logró conseguir un trabajo en la prestigiosa academia militar West Point, de donde lo expulsaron por actitud negligente (no se sabe exactamente qué hizo para ser expulsado). En 1829 publicó un libro de poemas llamado Al Aaraaf y ese mismo año se casó con Virginia Eliza Clemm, su prima hermana, de 14 años. Aunque Poe tenía 23 años, esto era muy común en aquella época. En 1831 publicó el libro Poemas. Poe trabajó esos años como redactor en el periódico Southern Baltimore Messenger, el cual alcanzó muy buen renombre bajo su dirección, lo que también le trajo fama a él como escritor y le permitió publicar Cuentos de lo grotesco y arabesco en 1840; tres años después publicó El escarabajo de oro y en 1845, El cuervo y otros poemas, su libro más conocido.

En 1847 murió su esposa de una larga enfermedad que lo llevó a la depresión y, de nuevo, al alcoholismo y al abuso de drogas, como los opiáceos.  Este es un dato relevante puesto que  es una de las características que, posteriormente, lo identificarán como parte de los poetas malditos, un grupo de escritores simbolistas entre los que también destacan Baudelaire y Rimbaud. En 1849 encontraron a Poe tirado en una calle de Baltimore y lo llevaron a un hospital, pero solo sobrevivió algunos días: murió de lo que se cree que fue un ataque cerebral (no hay mayor detalle sobre las casusas de su muerte más que su apariencia física avejentada).

Terror y suspenso

Edgar Allan Poe abordó dos géneros literarios: la poesía y la prosa. La priemra fue poco aceptada en Estados Unidos (y en América, en general), pero lo contrario sucedió en Europa, donde fue muy admirado como poeta. En Europa, su obra poética tuvo mucha repercusión entre simbolistas como Mallarmé y el ya mencionado Baudelaire. Como todos los simbolistas, Edgar Allan Poe buscó el ideal poético (ellos lo llamaban spleen), característica que heredaron los modernistas, como Rubén Darío (quienes lo llamaban azul). La poesía de Poe era pesimista pues, para buscar el ideal poético, renunciaba al mundo terrenal que le impedía alcanzar la belleza absoluta que debía de existir más allá del lenguaje.

La prosa de Allan Poe, por la que es más reconocido, especialmente sus cuentos, tiene influencias del romanticismo, pero su principal característica es su lenguaje gótico, oscuro y misterioso que usa para abordar temas místicos y sobrenaturales, incluso de terror. Baudelaire, cautivado por la prosa de Poe, tradujo un compendio de cuentos al que tituló Narraciones extraordinarias y se convirtió en uno de los libros más conocidos del autor. Vale la pena destacar que ninguno de los libros publicados por Poe se llamó Narraciones extraordinarias, sino que este título fue el asignado al compendio traducido por Baudelaire, tradición que se repite en este editorial al elegir y traducir los mejores cuentos de Poe bajo el título Muerte, asesinato y mentira.

Poe fue el precursor de algunos subgéneros literarios, como la novela policíaca, con su detective Auguste Dupin, personaje que aparece en tres diferentes cuentos: Los crímenes de la calle Morgue, Los misterios de Marie Roget y la Carta robada. Además, Poe también es precursor de la ciencia ficción con uno de sus cuentos: Las aventuras de Arthur Gordon Pym, que se trata de un viaje al Polo Sur gracias al uso de la tecnología.

Poe influyó sobre muchos autores famosos, como Arthur Conan Doyle, autor del detective Sherlock Holmes; Julio Verne, quien imitó el uso de tecnología ficticia en viajes; y H. P. Lovecraft, quien admitía que Poe fue su maestro e inspiración para escribir cuentos de terror. Varios autores latinoamericanos también admiten la influencia de este escritor estadounidense en su literatura, como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. De hecho, este último es el más conocido traductor de Poe al español.

Muerte, asesinato y mentira

El libro Muerte asesinato y mentira publicado por la editorial Cazam Ah no solo es una de las pocas traducciones latinoamericanas de Poe, sino que fue hecha exclusivamente por traductoras guatemaltecas; lo usual es que las editoriales latinoamericanas publiquen las traducciones de Cortázar o algunas otras europeas de mediados del siglo XX. Este es un primer intento de Cazam Ah por crear material original  en español moderno, de fácil comprensión para los lectores latinoamericanos del siglo XXI. Esto no quiere decir que hayamos cambiado ni resumido la obra original, sino que al traducir se eligieron palabras de uso cotidiano, sencillas de comprender, así como estructuras sintácticas más modernas y comprensibles para los lectores actuales. El compendio lleva este nombre porque los diez cuentos que lo integran giran alrededor de esos tres ejes temáticos: muerte, asesinato y mentira.

El primer cuento del libro es Los hechos del Caso de M. Valdemar, donde un personaje logra encontrar la forma de ser inmortal y un vecino lo ayuda a mantener la máquina que se lo permite. Otro de los cuentos es El entierro prematuro, que trata de un hombre que tiene catalepsia y, por eso, todo el tiempo tiene miedo de ser enterrado vivo. El cuento Berenice desarrolla la fijación de un muchacho con los dientes de Berenice, su amada prima; aquí vale la pena mencionar que actualmente muchas obras de terror estadounidenses incluyen los dientes humanos como elementos de terror, como la serie de Netflix llamada Marianne o la novela (y película) Cujo de Stephen King; en estos y otros casos, los dientes como elemento de terror vienen precisamente de este cuento.

Muerte, asesinato y mentira también incluye La máscara de la muerte roja, un cuento sobre la peste y El barril de amontillado. Amontillado es un  lugar de España y así se le llama también al vino producido en aquel lugar; el cuento trata sobre un asesinato del que no entendemos los motivos, pero que usa un barril de este vino como hilo conductor de la venganza. En el compendio también se incluyó el cuento El corazón delator, uno de los más famosos de Poe, que trata sobre el asesinato de un anciano y la culpa que vuelve loco al asesino. El cuento de La rana saltarina habla acerca de un bufón y su amada, quienes planean y ejecutan el asesinato del rey. En Un descenso al Maelström, un cuento que nos hace recordar La Odisea y el monstruo Escila (un remolino que atrae, atrapa y destruye los barcos), se relata cómo un pescador logró sobrevivir al Maleström y cómo es descender por ese abismo.

El compendio Muerte, asesinato y mentira termina con El engaño del  globo que, de hecho, no es un cuento, sino un trabajo periodístico de Poe, quien publicó esta nota ficticia sobre el primer viaje trasatlántico en globo, de Inglaterra a Estados Unidos; luego de su publicación, Poe tuvo que informar a sus lectores que la nota era ficticia y, así, aclarar la confusión; algo similar a lo que le sucedió décadas después a Orson Welles con La guerra de los mundos.

El Diario de navegación de Cristóbal Colón

Charla impartida el 3 de julio de 2020por el Mgtr. Javier Martínez*,editor general de Cazam Ah-----------*Licenciado en Letras y antropólogo*Maestro en Comunicación y en Lingüística

En esta publicación de la Editorial Cazam Ah se actualizó la ortografía (o más bien, la falta de ella) del documento original del siglo XV. Recordemos que la Real Academia Española se fundó hasta 1713 y que la Gramática de Antonio de Nebrija fue publicada el mismo año que Colón zarpó del puerto de Palos, por lo que se desconocía la forma «correcta» de escribir. En la década de 1490, la gente escribía el idioma español como se le venía en gana; así que, por ejemplo, la palabra «vaso» se podía escribir «baso», «vazo», «basso» e, incluso, «vaço». Además, el original del diario no se conserva, sino únicamente una copia que, posiblemente, perteneció a fray Bartolomé de las Casas. Esto lo sabemos porque en algunos pasajes dice «…si la letra no miente» con lo que se da a entender que el copista no está seguro de leer correctamente debido a la caligrafía del autor original.

Cristóbal Colón presionó por seis años a los reyes de España ―después de haber ido con otros reyes, como los de Portugal― para pedirles que financiaran su viaje. Seguramente han escuchado que la reina de España financió el viaje con las joyas de la corona, esto no aparece en el libro, pero sí es un hecho histórico conocido. Para comprender mejor  cómo se realizó este viaje es importante conocer el contexto económico de la monarquía europea: la mayoría de reyes realmente no tenía dinero en efectivo, sino el derecho absoluto sobre las personas y las tierras. Ellos eran los dueños de todo, pero para mantener esa posición debían ceder las tierras a los señores feudales, quiénes pagaban tributo a los reyes, pero este solía ser en especie (con productos, no en dinero). Los reyes tenían vacas, pollos, ovejas… pero muy poco dinero en efectivo; al menos, ese era el caso de los reyes de España.  Esto, sumado a una vida de lujos, excesos y pésima economía personal, hacía que los reyes tuvieran mucho honor y sangre noble, pero poca solvencia económica. Cuando Colón solicitó dinero para su viaje, lo que la reina hizo fue arrancar las joyas de su corona (literalmente tomó un alicate y arrancó rubíes, diamantes, esmeraldas y otras piedras preciosas de la corona) y las llevó con un prestamista que le dio dinero y guardó las joyas como garantía de pago. Actualmente no se podría hacer algo así porque las joyas son propiedad del Estado, pero en esa época eran propiedad privada de la reina. Fue así como se logró obtener dinero para comprar tres barcos: la Niña, la Pinta y la Santa María. Estas no eran las naves que Colón hubiera elegido, pues para el viaje hubieran sido mejor barcos más grandes, pero todos habían sido ya vendidos o alquilados porque el mismo día que él zarpó, era el último día que los árabes y judíos tenían para abandonar España y, con ello, terminar la Reconquista.

Colón zarpó del puerto de Palos el tres de agosto de 1492, pero estaba muy molesto por el servicio recibido ahí. Antes de zarpar, pidió que calafetearan sus naves,  un procedimiento náutico para sellar las hendiduras entre los tablones con que se construyen los barcos; «calafetear» implica tomar resina y hacer una mezcla impermeable con chapopote y otros ingredientes que sella la madera para evitar que la nave «haga agua», como dicen los marineros, y se hunda. Colón estaba muy molesto por el pésimo trabajo que le hicieron a sus naves en Palos ya que, como veremos más adelante, una de ellas se perdió y otra estuvo a punto de naufragar durante el regreso.

Una vez en alta mar, el almirante Colón llevaba doble contabilidad de millas. Mientras públicamente informaba sobre cierta cantidad de millas náuticas avanzadas, en su diario anotaba la verdadera, que siempre era mayor a la informada a la tripulación; esto lo hacía para que no se asustaran por lo lejos que estaban del continente y, a su vez, para evitar que otro marinero hiciera un mapa a escondidas.

Sabemos que Colón fue enviado para encontrar una ruta alternativa a la India y que, concretamente, lo que debía encontrar era especies o condimentos alimenticios, como pimienta, clavo de olor y azafrán (lo que da el color amarillo a la paella española). La comida europea de aquella época era bastante desabrida, sin sabor, porque los condimentos eran muy caros; esto se debía a que, para obtenerlos, debían ser importados desde India, pasar por China, Rusia, Europa del Este y las costas del mar Mediterráneo hasta llegar a España. Obviamente, cada eslabón de esa enorme cadena comercial obtenía una ganancia que se sumaba al costo de la próxima transacción, lo que provocaba que el precio en el punto final de venta fuera absurdamente elevado. Sin embargo, Colón no encontró especies en su primer viaje.

El principal producto que Colón encontró en América fue el «lináloe», un aceite que se obtiene de cierto tipo de árbol y que se caracteriza por su olor a limón. Es un producto usado para fabricar perfumes y medicinas; de hecho, el almirante menciona con mucha admiración la gran cantidad de lináloe encontrada y se llevó muestras para los reyes. Este fue el producto principal del primer viaje, pero hubo otros, como el algodón y, en algunas islas caribeñas, madera de pino. Colón anotó que esto le resultaba relevante pues con ello confirmaba que en América se podrían fabricar barcos y lo tranquiliza saber ya llevaba en su tripulación carpinteros capaces, ahora con esa madera, de construir barcos si llegara a necesitarlos.

Así como Colón llevaba carpinteros en su tripulación, también iba preparado con dos expertos en lenguaje: Luis Torres y Rodrigo de Jerez, entre los dos hablaban español, hebreo, caldeo (una lengua de Babilonia) y árabe. Sabemos también que el almirante hablaba italiano y portugués; el almirante esperaba que, con tantos idiomas, fueran capaces de entenderse con los nativos, pero no resultó así y, al final, solo se lograron comunicar por medio de señas y gestos.

Después del primer contacto entre europeos y americanos sucedido el 12 de octubre de 1492, el almirante comenzó a visitar diferentes islas del Caribe. Sin embargo, la Pinta, la nave más «velera» (rápida), se adelantó al punto que la perdieron de vista; el capitán a cargo, Martín Alonzo, dijo luego que los vientos lo arrastraron, pero el almirante no le creyó y supuso que se separó a propósito para comerciar oro por su cuenta y no rendirle cuentas a él ni al Rey. Se debe aclarar que los españoles sí traían collares de vidrio con cuentas de colores que cambiaban por oro, pero se quejaban de que este era de tan mala calidad que, a veces, debían aceptarlo en forma de polvo. En este primer viaje, Colón hizo todo lo posible para que los indígenas le mostraran la fuente del metal precioso, pero no logró dar con ese lugar.

Con la Pinta perdida, Colón solo se quedó con dos naves; con ellas continuó su viaje, pero una noche, cerca de la Navidad de 1492, se fue a dormir y dejó la Santa María encargada a un marinero experimentado quien, al ver que el mar está tranquilo, a su vez se fue a dormir y el barco quedó a cargo de un aprendiz, quien también cayó dormido. Cuando todos despertaron se dieron cuenta de que la nave había encallado en un banco de arena. Aunque intentaron rescatarla con ayuda de algunos indígenas aliados, no lo lograron y Colón decidió abandonarla ahí, junto con un pequeño grupo de españoles para que con la madera hicieran un fuerte. Se trata del famoso Fuerte Navidad que el almirante encontraría, en su segundo viaje, totalmente destruido y abandonado, pues los españoles fueron asesinados por haber consumido en pocos meses las provisiones de un año de la isla.

Durante su regreso a España en la Niña, Colón se encontró con la Pinta; de hecho, vieron la nave de lejos y se acercaron sigilosamente; al alcanzarlos, el capitán Alonzo le dijo que lo estaba buscando, pero Colón nunca le creyó y anotó en su diario que estaba muy molesto y que, al llegar a España, lo demandaría judicialmente.

Durante el regreso los tomó por sorpresa una tormenta que casi deshizo ambos barcos y quedaron a punto de naufragar; se vieron obligados a refugiarse en las islas Azores, propiedad del rey de Portugal, pero se dieron cuenta de que el alcalde los quería tomar prisioneros, así que zarparon de nuevo a pesar de la tormenta y lograron escapar. Al irse, aún lograron enterarse del porqué intentaron capturarlos: el rey portugués había puesto precio a la cabeza de Colón para interrogarlo sobre lo que encontró y cómo llegar; en otras palabras, Portugal intentaba quedarse con su descubrimiento. Colón continuó su viaje y pocos días después logró llegar a Europa; para su desgracia, la tierra que encontró primero fue Portugal y, con los barcos tan dañados, no podía seguir navegando. Se acercó al puerto y no le quedó más que aceptar la «invitación» del rey portugués para ir a su corte y contarle sobre su viaje. Colón viajó por tierra, escoltado por soldados portugueses, cerca de una semana para ver al rey en su palacio de verano, donde lo recibió muy bien. Según Colón, el rey de Portugal trató de convencerlo para que no volviera a España, pero Colón no aceptó. El almirante emprendió otro viaje por tierra hacia España para informar a los reyes sobre lo descubierto y sucedido, mientras que le dio la orden a la Pinta y a la Niña de que fueran reparadas y zarparan hacia Palos con toda la tripulación en cuanto estuvieran listas.

Colón menciona una y otra vez en su diario que los reyes españoles le prometieron nombrarlo virrey de todo lo que descubriera, pero nunca sucedió. Aunque los reyes sí lo prometieron, nunca lo cumplieron y, para ello, buscaron tecnicismos que anularan el contrato. Lo encontraron en este argumento: aunque el almirante sí encontró algo, no fue lo que prometió (India), sino un nuevo continente, como lo había demostrado Américo Vespucio al realizar el mapa de la costa atlántica de América. Por cierto, esta es la razón por la que el continente se llame América y no Veragua, como quería Colón. Los reyes españoles hicieron esto porque sabían que el territorio descubierto era más grande que España y no deseaban tener un virrey más poderoso que ellos. El pleito judicial fue tan largo, que Colón murió antes de que se resolviera y, a pesar de que no tuvo el reconocimiento oficial que deseaba, latinizó su nombre a «Christopher Colombus», como solían hacerlo las personas de abolengo en aquella época.

El primer viaje de Colón: hechos y mitos 

El Diario de navegación es el primer documento en español escrito en América y en él se usan por primera vez varias palabras que luego formaron parte del vocabulario usual de este idioma, como «canoa» para referirse a estos barcos pequeños. También es la primera vez que aparece la palabra «caníbal», el nombre de una etnia antillana a la cual temían los nativos capturados en las naves españolas porque aseguraban que comían carne humana. Vale la pena aclarar que antropológicamente es común que un grupo étnico acuse de canibalismo al rival; esto, porque así pueden considerar a «los otros» como «salvajes», pero rara vez resulta ser una acusación certera y, mucho menos, una práctica cotidiana. Otra palabra que aparece por primera vez en este diario es «cacique»,  que era el nombre con el cual se le denominaba al líder de las etnias antillanas.

Uno de los «lengua» (traductor) que iba con Colón, el judío Luis Torres, fue el primer fumador en Europa (al parecer, se llevó tabaco de regreso) y, durante una reunión, le enseñó a sus amigos a fumar con una pipa de barro, pero los invitados se asustaron y lo denunciaron ante la Inquisición, quien encontró demoníaco que una persona sacara humo por la boca sin quemarse por dentro; por esto le impusieron una pena de siete años de prisión y, al salir, Torres se encontró con que el consumo de tabaco ya se había difundido por toda Europa.

Al no ser de mucha utilidad sus traductores, Colón secuestró indígenas, hombres y mujeres, para que aprendieran español y también los pensaba llevar a Europa, como muestras para los reyes. El almirante también mencionó que su tripulación le «solicitó» llevar mujeres y, con ello, entre líneas, admite que los secuestros tenían la finalidad de saciar la sexualidad de los marineros; llega, incluso, a admitir que las mujeres secuestradas eran elegidas por sus «muy bonitos cuerpos».

La mala comunicación entre españoles y antillanos generó algunos de los mitos que hoy existen sobre el primer viaje, como que Colón y su tripulación buscaban gigantes. Lo que realmente sucedió fue que, al no comprenderse por medio del lenguaje hablado, cuando el almirante preguntaba cómo llegar a las minas de oro, los indígenas respondían con gestos y estos fueron mal interpretados.  Durante estas largas conversaciones por señas, los españoles entendieron que en América existían gigantes, como los cíclopes, y una isla habitada únicamente por mujeres, como las Amazonas, ambos en realidad no eran más que mitos grecolatinos que el Renacimiento había traído de vuelta al inconsciente colectivo español. Aunque buscaron la isla habitada por mujeres y supuestamente pasaron cerca, Colón no pudo detenerse para explorarla porque recién habían perdido la Santa María y desconfiaba de la tripulación de la Pinta.

Otro mito famoso es que Colón vio ovnis; aunque no se sabe con certeza qué vio, el almirante sí registró en su diario haber visto luces en el cielo. No le dio mucha importancia ni se detuvo a comentarlo, solo afirmó en una o dos líneas que cierta noche se vieron unas luces que se movían en el cielo y lo tomó como buen augurio o señal de buena suerte.

Otro mito es que Colón vio sirenas y, efectivamente, Colón registró haberlas visto e, incluso, comentó que esperaba que fueran más bonitas y con mejor cuerpo, porque las vio un poco gordas y con bigote. Hoy suponemos, como el premio Nobel de literatura García Márquez, que lo que el almirante realmente vio fue morsas que tomaban el sol sobre algunas piedras. En general, los animales americanos llamaron la atención de los primeros españoles; por ejemplo, notaron que cuando llegaban a un pueblo indígena, veían perros amarrados afuera de las casas, pero ninguno ladraba. Hasta hoy no se sabe si realmente eran perros o si los indígenas cortaban las cuerdas vocales de los animales domésticos.

Épica grecolatina

Charla impartida el 26 de junio de 2020por el Mgtr. Javier Martínez*,editor general de Cazam Ah-----------*Licenciado en Letras y antropólogo*Maestro en Comunicación y en Lingüística

Para empezar, hablaremos de la Grecia antigua, alrededor del año 1200 a. C al 146 a. C., más de tres mil años atrás, y de todo el periodo en que Grecia formó parte del Imperio romano: del año 146 a. C al 330 d. C., cuando se estableció Bizancio como la nueva capital del Imperio. Estamos hablando, entonces, de un período de aproximadamente 1 500 años; lo anterior a la Edad Media. Posteriormente, desarrollaremos las tres principales obras épicas de dicho período.

¿Qué entendemos entonces por «épica»?

Se trata de uno de los tres principales géneros literarios, los cuales se dividen en tres: la poesía, que está escrita en verso, a veces tiene rima y métrica, pero siempre tiene ritmo (literalmente hablamos de un ritmo que se puede seguir con tambores, de ahí su relación con la música); la prosa, que se caracteriza por una redacción como la que utilizamos en las cartas o en los libros de texto, donde se escribe formando líneas que a su vez  forman párrafos (no suele tener rima ni métrica, aunque algunos dicen que sí tiene ritmo); y, por último, el drama, que es sinónimo de teatro, usualmente escrito como guion y pensado para montarse en escena.

Dentro de la poesía hay dos subdivisiones: la épica y la lírica. Esta última habla de amor en todos los sentidos: amor de pareja, amor de amigos, amor de familia y otros temas de la vida cotidiana, cómo lo que pasó ayer o lo que pasó durante un viaje; por eso las letras de las canciones se llaman lyric en inglés, ya que son los temas que usualmente aborda.

Por su lado, la épica habla de orígenes, pero orígenes en el sentido más amplio que podamos concebir: desde la creación del universo por dioses y figuras míticas, hasta héroes que fundaron ciudades o linajes. Un héroe es alguien que destaca, pero esto debe aclararse cuando hablamos de época grecolatina, pues actualmente la idea de héroe se apega a la figura de la obra épica más difundida, la Biblia, donde el héroe, Jesús, se sacrifica por los demás; sin embargo, en la época grecolatina, un héroe no se sacrificaba, sino que, consciente de su superioridad, resultaba ser engreído, narcisista, egoísta y pretensioso. La épica es, entonces, una forma de poesía que habla de héroes, dioses, orígenes, guerras y mitología; la épica grecolatina habla de eso mismo, pero dentro del contexto cultural de la antigua Grecia y del Imperio romano. Dentro de estas obras épicas destacan La Ilíada, La Odisea y La Eneida. Las tres están resumidas en el libro que hemos publicado en la editorial Cazam Ah bajo el tíutlo Épica grecolatina

La Ilíada

Homero, quien pudo haber vivido alrededor del siglo VIII a. C, era un aedo, un juglar, una persona que se dedicaba a contar historias a los demás y recibía pago por ello; no se trataba de un limosnero, sino de un profesional del entretenimiento. Recordemos que en esta época (hasta la Ilustración del sigl XVIII d. C.) leer y escribir eran conocimientos meramente técnicos, herramientas de profesiones concretas, como los aedos. Podemos imaginar a Homero como una persona que, por las tardes, reunía grandes cantidades de oyentes en las plazas y los entretenía, hasta que cayera la noche, así como hoy nosotros regresamos a casa y encendemos la televisión o la computadora; exactamente lo mismo era un aedo, pero también tocaba instrumentos musicales, organizaba presentaciones de títeres, de teatro… ¡Era, en verdad, un profesional completo del entretenimiento!

Por otro lado, llama la atención la palabra «Homero», que en griego quiere decir «ciego»; es interesante porque hay dos teorías acerca de este escritor: Una de ellas dice que fue una persona real, de carne y hueso; quienes así lo afirman, argumentan que en toda la obra homérica se repiten cierto tipo de palabras, estructuras gramaticales y estilísticas que solo pueden existir si un solo autor escribió la obra; la otra teoría dice que Homero nunca existió y que, de hecho, los textos que tenemos hoy fueron escritos en la biblioteca de Alejandría, donde se albergaban varias copias de la obra homérica que fueron unificadas en una sola versión. Dicha fijación del texto seguramente fue el producto de varios libreros o editores que trabajaban en la biblioteca de Alejandría y así, juntos, generaron una sola versión oficial que llegó hasta hoy; esta teoría también argumenta que la firma de «Homero» es un sinónimo de autor «anónimo», ya que muchos ciegos, al no poder tener un oficio tradicional, se dedicaban al entretenimiento en la época griega.

Si bien ya se mencionó que los héroes grecolatinos eran engreídos y pretenciosos, cabe aclarar que esta era una cuestión cultural: ni los griegos ni los romanos creían en la vida después de la muerte, sino que al morir el alma se iba al Hades, una especie de cueva donde simplemente estaban todas las almas y reposaban por la eternidad lamentándose por las cosas que no pudieron hacer en vida. Por lo tanto, solo en vida se podía hacer historia y solo los héroes dejan su marca en el mundo; el héroe que sabe que pasará a la historia por sus acciones excepcionales, puede ser pedante porque sabe que, de alguna manera, ya ha llegado a la inmortalidad. Otra característica de los héroes homéricos es que no hay buenos ni malos y eso permite que la trama sea mucho más interesante; esto no aplica solo para la épica, sino para todo género de la literatura grecolatina. Encontraremos que todos los personajes tienen una razón de ser,  un motivo que los mueve a hacer lo que hacen y justifica cómo lo hacen. Por ejemplo, años antes de la guerra de Troya, París se enamoró de Helena porque era la mujer más hermosa del mundo, pero él también era el hombre más guapo, parecía que el destino los había unido y sí, fue un poco así debido al mito de la manzana de la discordia: en el Olimpo platicaban tres diosas, Atenea, Afrodita y Hera, cuando alguien, no se sabe quién, lanzó una manzana de oro que traía una etiqueta que decía «Para la más bella». La manzana rodó hasta el centro del grupo y, por supuesto, las tres diosas intentaron recogerla. Entonces empezó una pelea entre las tres para decidir quién es la más bella; al no acordar nada, fueron con Zeus para que decidiera, pero él se negó a participar ya que se trataba de Hera, su esposa; Atenea, su hija favorita; y Afrodita, la diosa de la belleza. Zeus prefirió no meterse en líos y designó a un humano cualquiera, París, para que resolviera el asunto. Cada una de las diosas le ofreció al humano un regalo para comprar su voto: Hera le ofreció casarlo con una mujer fiel y hacendosa; Atenea, convertirlo en el hombre más sabio del mundo; y Afrodita, hacerlo el hombre más guapo del mundo y otorgarle el amor de la mujer más hermosa. París aceptó el regalo de esta última y es por eso que, al final, Helena cayó en sus brazos. Nunca queda claro, entonces, si Helena realmente fue secuestrada por París o si ella se fue por su propia voluntad; sin embargo, sí encontramos en La Odisea que Helena regresó con Menelao después de la guerra de Troya y viven felices.

Cabe destacar de La Ilíada su estructura narrativa lineal, la cual sigue un orden cronológico: a un evento en el pasado le sigue otro en el presente y a este, otro en el futuro. Otra característica importante es que está dividida en 24 cantos o rapsodias y que está escrita en hexámetros, esto es importante porque resulta imposible traducir el poema ya que esta métrica no se puede replicar en español; es por eso que casi todas las traducciones y adaptaciones, incluso la de la Editorial Cazam Ah, están en prosa. Este es un problema usual con prácticamente cualquier poesía, traducir o adaptar su ritmo y métrica resulta muy difícil (si no imposible) de un idioma a otro; esta es la razón por la cual otras obras épicas, como la Biblia, tienen versículos: referencias en prosa a los versos hebreos y arameos originales.

Otra pregunta recurrente es por qué se llama La Ilíada si la acción ocurre en Troya. Recordemos que los griegos tenían muchos nombres para la misma cosa, así que la ciudad de Troya también se conocía como Ilion; son sinónimos. Un error muy común es pensar que La Ilíada habla sobre la guerra de Troya, pero no es así: trata del enojo de Aquiles. La guerra de Troya, en teoría, duró diez años y la Ilíada solamente cuenta lo que sucedió durante 51 días. ¿Por qué se enojó Aquiles? Bueno, es una larga historia que comienza por explicar que en el campo de batalla hay dos grandes ejércitos: el griego y el troyano,  pero cada uno está formado, a su vez, por una coalición, una alianza de pequeños reinos, de tal manera que tenemos reyes al mando de cada uno de sus propios ejércitos y, a la vez, reyes al mando del comandante general: Agamenón para los griegos y Héctor para los troyanos. Un ejemplo sería el caso de Eneas, quien es el rey y líder de los dárdanos, pero forma parte del ejército troyano al mando de Héctor, el príncipe troyano. En esta guerra participó Aquiles o Aquileo, rey de los mirmidones y el mejor soldado de todo el ejército griego; Aquileo es muy pedante y pretencioso, pero, sobre todo, arrogante y temerario. En una de tantas batallas secuestró una muchacha y esto trajo desgracias para su Ejército, por lo que le quitaron su botín de guerra y él lo tomó como una grave deshonra; aunque esto lo enojó al punto de retirarse de la guerra, no se enojó tanto como cuando, poco antes de regresar a su patria, muere su mejor amigo, Patroclo, lo que lo mueve a volver a la batalla y con esto cambia el rumbo de la guerra.

La Odisea

Esta es otra obra épica de Homero; también de 24 cantos o rapsodias y escrita en hexámetros. En la literatura, La Odisea aportó dos cosas importantes: el tema del viaje como centro de la narrativa y como metáfora de un cambio en la personalidad, así como el hecho de reconocer a un personaje por medio de una cicatriz, elemento que se sigue repitiendo en diferentes historias actuales, como Harry Potter. También es relevante hablar sobre la complicadísima estructura de esta obra: sí La Ilíada es lineal en cuanto a su desarrollo cronológico, La odisea es extremadamente moderna si recordamos que fue escrita durante el siglo VIII a. C.: comienza como una obra lineal, pero luego tiene escenas retrospectivas que permiten al lector conocer el pasado del personaje principal, Odiseo (también llamado Ulises); luego, cuando las retrospectivas alcanzan el momento actual con que inició el poema, aparecen dos líneas temporales: una corresponde a Odiseo, que vuelve a su hogar en Ítaca y la otra, a su hijo Telémaco, quien sale a buscar a su padre. Ambas líneas temporales se unen para el desenlace, el cual es abierto, ya que la diosa Atenea baja del Olimpo para asegurarnos que Odiseo seguirá viajando, pero que por ahora necesita un descanso. Así, la diosa deja abierta la aventura de Odiseo, que seguramente estaba desarrollada en otros libros que hoy están perdidos en el tiempo.

La Eneida

Esta es la obra épica romana por excelencia y fue escrita por Publio Virgilio Marón durante el siglo I a. C. Tiene una estructura lineal, pero su contenido prácticamente es copia de La Odisea y La Ilíada; sin embargo, el poema está ordenado en 12 libros también escritos en hexámetros. La Eneida se escribió por encargo:  el emperador Augusto le ordenó a Virgilio resolver un problema cultural romano: toda la cultura del Imperio era una copia de la griega a pesar de que los romanos conquistaron militarmente a los griegos. Dioses, costumbres, literatura, teatro, todo era una adaptación romana de lo griego y era tan obvio que, en el caso de la religión, solo cambiaron el nombre de los dioses: el Zeus griego pasó a llamarse Júpiter; Afrodita, Venus; Ares, Marte; Hefesto, Vulcano; etcétera. Los romanos siempre tuvieron ese sentimiento de inferioridad cultural ante los griegos y es lo que el emperador Augusto ordenó cambiar a Virgilio al encargarle una obra épica tan grande y tan buena como las de Homero; las instrucciones eran clara: Virgilio debía explicar el origen de los romanos con la mitología griega y justificar su dominio sobre Grecia.

Virgilio se encontró con un gran problema porque no existía tal mitología ni historia romana; no había una justificación para que los romanos hubieran tomado la cultura griega y hacerla propia, pero encontró una solución: tomó un cabo suelto en la literatura griega e inventó un nuevo mito a su alrededor. Para ello, argumentó que los romanos era descendientes de los troyanos; en otras palabras, sugirió que cuando los romanos llegaron a Grecia y tomaron esa cultura, no la estaban robando, sino recuperando su herencia cultural. Virgilio tomó un personaje que en la mitología griega se había quedado a un lado: Eneas, el rey dárdano. Este rey, mencionado varias veces en La Ilíada como uno de los aliados troyanos, amigo de Héctor, gran guerrero e hijo de Afrodita, no tenía un desenlace en la obra homérica. Virgilio lo convirtió entonces de personaje secundario a principal y escribió su propia épica imitando la de Homero: en los primeros seis libros imitó los viajes de Odiseo, pero con Eneas como protagonista, y del libo VII al XII imitó La Ilíada al relatar las guerras que Eneas ganó, de manera tan espectacular que no tenía nada que envidiarle a Aquileo. En la primera parte, Eneas viaja con los sobrevivientes troyanos con la misión de fundar una nueva Troya (es la primera vez que en la literatura un héroe tiene una misión, algo muy coherente con el pensamiento militar romano) y en la segunda, lucha con varias tribus para aliarse con el rey Ítalo y fundar una nueva Troya en su territorio; para ello se casa con la hija del rey, Lavigna, de cuya unión nacerán, luego de varias generaciones, Rómulo y Rémulo. De esta manera Virgilio logró unir la mitología romana con  la mitología griega y darle continuidad.

«Prometeo encadenado» y el  teatro griego

Charla impartida el 19 de junio de 2020por el Mgtr. Javier Martínez*,editor general de Cazam Ah-----------*Licenciado en Letras y antropólogo*Maestro en Comunicación y en Lingüística

Drama no es sinónimo de tragedia. Muchas veces, en el lenguaje coloquial se dice que algo es dramático por dar a entender que es trágico o que tiene un final negativo para el personaje principal. Sin embargo, drama significa que algo está hecho para montarse en las tablas, en el escenario de un teatro. De hecho, lo anterior es la característica principal del género dramático y no que se use el diálogo, ya que existen diálogos que no son dramas; por ejemplo, los Diálogos de Platón no son drama porque presentan a Sócrates hablando con otros personajes, como Cratilo, de manera monótona, sin acción, y sería muy aburrido ver ese montaje donde solo aparecería Sócrates hablando con otros personajes sin movimiento, sin trama, sin nudo; simplemente serían dos personas platicando mientras intentan convencerse mutuamente sobre una idea abstracta. Lo mismo pasa con Fausto, de Von Goethe, que aunque está escrita como diálogo, no es una obra para presentarse en teatro porque, primero, contiene algunas escenas imposibles de ejecutarse (como un perro que se convierte en ser humano); segundo,  la obra es demasiado larga para montarse en escena pues, cuando se ha intentado, dura más de diez horas continuas.

El teatro griego

Una vez claro en qué consiste el género dramático, abordaremos el teatro griego. Este surgió durante el siglo IV o V a. C., concretamente en la región llamada Ática. Tiene su origen en las fiestas dionisíacas que se llevaban a cabo durante la época de la vendimia (cuando se cosecha la uva para hacer vino). Los griegos detenían todas las actividades laborales para socializar y beber vino en exceso durante esta época; las fiestas estaban íntimamente relacionadas con el dios del vino, Dionisio para los griegos y Baco para los latinos. Este dios tiene una característica interesante: en la mitología griega, fue el último en asimilarse. El mito cuenta que nació de una infidelidad de Zeus a su celosa esposa Hera y, para encubrir la existencia del niño, el dios del rayo engendró al niño en su muslo; luego, al nacer, lo entregó a los sátiros para que lo criaran, donde aprendió a fabricar vino. Es importante destacar que los sátiros son aquellos seres mitológicos con cuernos, barba y extremidades inferiores de cabra. Al crecer, el mito cuenta que Dionisios tuvo que recorrer Grecia para convencer a los diferentes pueblos de que lo adoraran; aquellos lugares donde lo aceptaban como un dios, eran bendecidos con vino y teatro, pero donde lo rechazaban, eran castigados con el alcoholismo y su pueblo era arrasado por las sacerdotisas del dios.

Si se observa con atención, se descubrirá que los sátiros se representan plásticamente igual que los demonios cristianos y esto no es una causalidad; está íntimamente relacionado con la prohibición del teatro durante los primeros años del cristianismo. Cuando los primeros cristianos trataban de convertir a los paganos, se toparon con que había un dios al que, específicamente, no querían olvidar: Dionisios. A pesar de que el imperio romano ya se había convertido oficialmente al cristianismo, los ciudadanos romanos no olvidaban a sus dioses, sus ritos y, especialmente, a los más queridos, como Dionisio, cuyos ritos incluían vino, teatro y orgías.  Los primeros cristianos, por lo tanto, literalmente satanizaron todo lo relacionado con Dionisio, como los sátiros, y prohibieron el teatro. Para comprender la dimensión de los ritos dionisiacos, hay que mencionar que este dios del vino y los instintos no tenía sacerdotes varones, sino sacerdotisas, quienes una vez al año se reunían en la isla Lesbos para llevar a cabo multitudinarios ritos orgiásticos lésbicos (obviamente la palabra «lesbiana» viene de «Lesbos»). La mitología terminaría convirtiendo a estas sacerdotisas, también llamadas bacantes, báquides o valkirias, en amazonas, las guerreras que invadían pueblos y robaban niñas para integrarlas a sus líneas. Aunque las amazonas son un mito, está clara su relación con los históricos ritos dionisiacos en donde las sacerdotisas imitaban a su dios al visitar pequeños pueblos donde, si les dan insumos para su rito, invitan al pueblo a una fiesta con vino y teatro, pero, de lo contrario, invadían, destruían y saqueaban todo; una obra teatral que ejemplifica esto es Las bacantes de Eurípides. Una teoría sobre el origen del teatro griego afirma que durante estos ritos dionisiacos, los griegos descansaban y dejaban a los niños al cuidado de los sacerdotes, quienes pronto, para entretenerlos, comenzaron a representar el mito de Dionisios: cómo había sido engendrado, su educación con los sátiros, su peregrinaje por el mundo, etcétera. Seguramente durante estas representaciones comenzaron a usar máscaras y a organizarse mejor hasta desarrollar el teatro. Posteriormente, los griegos organizaban largas temporadas de teatro que empezaban al amanecer y llegaban a altas horas de la noche; de hecho, se trataba de competencias teatrales donde el público elegía a los ganadores con su aplauso; el ganador recibía una plaqueta grabada con la obra de algún poeta famoso y esto consistía un alto honor.

Las obras griegas de drama se presentaban en trilogías, aunque lamentablemente hoy solo nos queda una completa: la Orestiada de Esquilo. Otra característica del teatro griego era su musicalidad; de hecho, el músico Richard Wagner, en su obra Las Walkirias, intentó recrearlo; por lo tanto, lo más parecido al teatro griego actualmente es la ópera. Los mismos personajes están pensados para la música, pues, por ejemplo, las obras incluyen grupales llamados «coro». El coro cantaba al unísono y, a veces, se subdividía: cuando solo cantaba un solista se llamaba «corifeo» y cuando el coro se dividía en dos, para hablar consigo mismo, una parte se llamaba «estrofa» y la otra, «antiestrofa». El coro solía representar la opinión popular. 

La tragedia

Aunque las obras de teatro griego siempre se presentaban en trilogías, hoy solo quedan unas pocas; de hecho, solo nos quedan las obras de tres trágicos (Esquilo, Sófocles y Eurípides) y un cómico (Aristófanes).

La Orestiada, única trilogía completa que queda, fue escrita por Esquilo, el más antiguo de los trágicos.  Varios teóricos afirman que Hamlet, de Shakespeare, es una adaptación de este clásico. Hamlet es un príncipe de Dinamarca que debe vengar la muerte de su padre pues sospecha fue envenenado por su tío para quedarse con el reino y con la reina, quien posiblemente fue su cómplice. Por su lado, en la Orestíada, Orestes es el príncipe de Micenas y debe vengar la muerte de su padre, Agamenón, a manos de Clitemnestra, su madre, y de Egisto, el amante de esta. En un su primera parte, titulada Agamenón, la Orestiada relata cómo el rey fue asesinado al regresar de la guerra de Troya y los asesinos se deshacen de los herederos: Orestes es enviado al extranjero y Electra es convertida en sirvienta del palacio. En la segunda parte, titulada Las coéforas, Orestes regresa a Micenas, instigado por su hermana Electra, para matar a su madre y a su amante en venganza del padre. La tercera y última parte, titulada Las Euménides, describe el juicio que los dioses hacen a Orestes por parricidio: Atenea es la jueza, el pueblo de Atenas el jurado (coro), las diosas vengadoras del parricidio son las fiscales y Apolo, el defensor. Orestes gana el juicio porque, para los griegos, en la familia era más importante el padre que la madre; para argumentar esto, Apolo le recuerda al jurado que la misma jueza Atenea nació solo del pensamiento de Zeus, por lo que no se necesita una madre para engendrar (los griegos pensaban que la mujer era como una incubadora que no aportada nada a la criatura que ya venía completa desde el hombre).

Sófocles escribió varias tragedias, pero destaca Edipo rey, ampliamente reconocida como la mejor del mundo griego. Edipo es aquel personaje que mata a su padre y procrea hijos con su madre. Aunque la trilogía de Sófocles está incompleta, conocemos bien el mito porque aún se conservan otras obras que lo complementan, como  Edipo en Colono, también de Sófocles, o Los siete contra Tebas, de Esquilo. Todas estas obras relatan la historia completa de la familia maldita, la familia real de Tebas. Por último está Eurípides, que es el más moderno de los trágicos y escribió obras como Medea, Electra y Orestes, entre otras. Vemos, entonces, que la mitología era el tema principal de la tragedia griega y, aunque muchos autores repetían el mismo mito en sus obras, lo hacían desde diferentes perspectivas.

La comedia

Usualmente, la comedia griega no es tan reconocida como la tragedia; esto se debe a que aborda temas con mucha carga sexual y usa muchas palabras soeces o inapropiadas. Sin embargo, el principal problema es que la comedia griega hace referencia a la política y al momento coyuntural de su sociedad. En otras palabras, para comprender la comedia griega hay que entender el contexto del que habla el comediante, pues hace chistes con el aspecto o con lo que dijeron personas vivas en su momento; personas que, además, no quedaron registradas en la historia universal. Es fácilmente comparable con el fenómeno latinoamericano del teatro «del jajaja» o de la risa fácil, el cual también tiene referencia a políticos, artistas, personajes y escándalos del momento.  

Sin embargo, el comediante Aristófanes acertó al elegir temas que, aunque incluían personajes del momento, abordaban grandes verdades humanas y, por eso, tenemos hoy todavía algunas de sus obras; de hecho, es el único comediante griego del que nos quedan obras.

El filósofo Aristóteles, en su libro Poética, analiza la literatura de su cultura. Él opina que el arte literario por excelencia es la tragedia y que, dentro de todas, Edipo rey de Sófocles  ser la mejor porque ejemplifica la esencia trágica: si a un personaje malo, como un asesino, le pasan cosas malas, nadie sentirá tristeza por él (hoy lo llamaríamos karma), pero si a un personaje muy bueno le pasan cosas malas, entonces habrá tragedia. Como curiosidad, el libro de Aristóteles menciona al final que en una segunda parte hablará sobre la comedia; sin embargo, dicho documento jamás se ha encontrado y esa es precisamente parte del argumento de la novela El nombre de la rosa de Umberto Eco. 

La puesta en escena

En el teatro griego solamente los hombres podían actuar; sí había un personaje femenino, era interpretado por hombres. Los actores utilizaban todo el tiempo una máscara enorme que representaba el gesto o sentimiento general de su personaje. Dichas máscaras no eran del tamaño común de una cara, sino mucho más grandes, hasta la mitad de su pecho para que, desde la última fila, pudieran verlos. Dentro de esta máscara llevaban una sordina, una especie de megáfono; el mismo teatro estaba pensado para mejorar la acústica, ya que se ubicaban cántaros gigantescos con agua debajo del escenario para amplificar el sonido. Los actores utilizaban zapatos de plataforma, llamados  coturnos, de tal manera que se veían más altos.

El graderío donde estaba el público era usualmente excavado en una pequeña colina y, abajo, se ubicaba el escenario; muchas veces se elegían colinas que daban al mar para que la vista fuera espectacular durante los ocasos. 

Los griegos también inventaron el deus ex machina, un recurso que todavía se utiliza hoy en la literatura, la televisión y el cine. Este recurso, que literalmente significa «el dios que baja de la máquina», como lo menciona Aristóteles en su Poética, consiste en que algunos dramaturgos llegaban a enredar tanto la trama que ya no sabían cómo resolverla y, para ello, introducían un dios que, mágicamente, resolvía todo. El deus ex machina era, entonces, una especie de licencia poética que el mismo Aristóteles clasificaba como un recurso barato, un indicador de que el escritor era malo y usaba la salida fácil. Se debe entender que el deus ex machina también era, literalmente, una máquina o grúa detrás del escenario que permitía entrar y salir al actor que personificaba al dios.

Prometeo encadenado

Antes de abordar el contenido de la obra de Esquilo, se debe abordar el problema que representa la traducción y adaptación de los clásicos griegos; dicho problema se suele centrar en el lenguaje elegido para la edición publicada. En Latinoamérica suele ser popular, a nivel escolar, una traducción española de un famoso filólogo de inicios del siglo XX. El traductor no estaba mal, porque él había escrito para un lector europeo, contemporáneo suyo, y estudiante universitario; el problema era asignar esa traducción en un país latinoamericano a un estudiante de 15 años aproximadamente. Este error, usualmente cometido por los docentes o por los padres que eligen la edición que leerá el estudiante, es muy común en nuestros países. Es por eso que en la Editorial Cazam Ah publicamos esta obra, pero pensando en los estudiantes latinoamericanos del siglo XXI, con un lenguaje comprensible y una edición contextualizada y adaptada a nuestras necesidades educativas y culturales.

Prometeo encadenado era parte de una trilogía, como todas las obras teatrales griegas; sin embargo, no quedan hoy las otras dos partes. Por referencias de otros autores se sabe que la primera parte se llamaba Prometeo portador del fuego y, la última,  Prometeo liberado; por lo tanto, esta que nos queda correspondía a la parte media de la trilogía. 

Prometeo no era un dios, sino un titán, que es un tipo de ser gigantesco capaz de enfrentarse a los dioses y, de hecho, lo titanes son más antiguos que los dioses del Olimpo. Los titanes se organizaron para oponerse al intento de Zeus de tomar el poder absoluto, por lo que, al ganar la batalla, el dios del rayo los desterró al Tártaro, un lugar en el Hades; solo dos titanes se pusieron del lado de Zeus: Prometeo y su hermano Epimeteo. Había un tercer hermano, Atlas, pero él apoyó a Cronos y, como castigo, Zeus lo obligó a sostener el mundo.

Prometeo puede ver el futuro, esa es su característica principal, y la obra comienza precisamente cuando el titán es encadenado a una piedra que está en un peñasco. Los mismos personajes que lo encadenan, Hefesto, dios del fuego y la metalurgia, y sus ayudantes, Fuerza y Violencia, explican por qué Zeus ha castigado así a Prometeo: el rey del Olimpo quiere averiguar cuál de sus hijos intentará quitarle el trono, como él se lo quitó a su padre, Cronos, este a su abuelo, Urano, y este a su bisabuelo, Caos. Prometeo no se lo quiere decir y esto lo lleva al castigo actual, el cual se verá incrementado con un águila que llegará todos los días a picotear su hígado, el cual ―por ser inmortal― renacerá para volver a sufrir el mismo castigo al día siguiente. El coro de las oceánidas, ninfas hijas del Océano ―antiguo Dios del mar y reemplazado por Poseidón―, visitan al titán y le aconsejan revelar lo que Zeus desea; lo mismo le recomienda Océano, quien también llega a visitarlo.

Prometeo sigue firme en no revelar quién se levantará contra Zeus, pero entonces llega Ío, una mujer convertida en vaca por los celos de Hera, quien descubrió a su esposo, Zeus, seduciéndola. Además, Hera asignó la tarea de vigilar a la chica a Panoptes o Argos, un monstruo de mil ojos en todo su cuerpo (de él viene el concepto «estructura panóptica» del filósofo francés  Michael Foucault). Zeus logró liberar a Ío de Panoptes y le permite huir, pero entonces Hera envía un moscardón para que pique constantemente a Ío y la haga correr sin descanso; es así como llega al peñasco donde el titán está encadenado.

Prometeo decide contarle, solo a Ío, lo que Zeus tanto quiere saber. Le revela que ella tendrá que atravesar el mar Jónico (nombrado así por ella: «Iónico») y seguirá huyendo hasta llegar a Egipto, donde encontrará descanso; una vez ahí, regresará a su forma humana, tendrá hijos y, de su descendencia,  un grupo de mujeres regresará a Grecia para matar a sus esposos. De todas ellas, solo una perdonará la vida a su pareja y, de esa mujer, nacerá el hijo que traicionará a Zeus. El personaje a quien Prometeo se refiere es Heraclés o Hércules. Así termina la obra y, debido a que la última parte de la trilogía se perdió en el tiempo, desconocemos cómo termina. 

Los cantares de gesta en la literatura medieval

Charla impartida el 12 de junio de 2020por el Mgtr. Javier Martínez*,editor general de Cazam Ah-----------*Licenciado en Letras y antropólogo*Maestro en Comunicación y en Lingüística

Para explicar qué es un cantar de gesta, primero se deben abordar los géneros literarios. No existe una única clasificación de género, pues varía dependiendo la teoría crítica que sigamos, de la escuela  o del autor que citemos; sin embargo, se puede afirmar que existen tres géneros literarios básicos: el drama, que es todo lo que se representa las tablas; la prosa, que aborda todo lo que está escrito en oraciones y párrafos (cuentos, novelas y fábulas, por ejemplo ―aunque también hay fábula en poesía―); y la poesía, que es la más fácil de definir puesto que está escrita en versos que forman estrofas y, a veces, contiene rimas (no toda la poesía tiene rima, en especial a partir del siglo XX),  métrica (que se mide en sílabas) y ritmo. 

Esta última característica, el ritmo, nos recuerda que la poesía está íntimamente ligada con la música; así como en inglés la letra de las canciones es lyrics, en español la lírica es un tipo de poesía. Lamentablemente en español no acostumbramos a llamarle «literatura» a la parte escrita de la música; de hecho, ha habido bastante debate al respecto. Fue hasta el 2016, cuando el premio Nobel de literatura se le otorgó a Bob Dylan, que esta discusión quedó zanjada: al darle la Academia Sueca el Nobel de literatura a Dylan por las letras de sus canciones, quedó claro que la letra de la música sí es literatura.

Dentro de la poesía también existen muchas subdivisiones, pero básicamente se divide en lírica y épica. La primera habla de amor y temas de la vida cotidiana; de hecho, la mayoría de las canciones hablan de eso, de amor en todos los sentidos (desamor, amor de pareja, amor paternal, amor entre hermanos) y de cosas cotidianas (como qué paso ayer, qué quiero hacer; en otras palabras, habla de cualquier cosa que nos pase en el día a día). Por ejemplo, las serranías, que era un tipo de poesía medieval, hablaba de paseos por la sierras; en El libro de buen amor aparecen varias de estas serranías, que no son más que relatos de lo que le pasa a la gente que hace sus días de campo en las sierras en España. Por otro lado, la poesía épica se define porque habla de héroes y de orígenes de los pueblos; héroes en todo el sentido: personajes que hagan cosas heroicas o que, de alguna manera, representen el sentir, la cultura o el espíritu de un grupo humano. La poesía épica también habla de orígenes en el sentido étnico (cómo llegó mi etnia a ser lo que es) y en el sentido mitológico (cómo descendieron los dioses, cuál es la historia de estos, etc.). Por ejemplo, La Ilíada no solo habla de los héroes homéricos, sino que también de los dioses; muchos libros religiosos también son épicas, como El ramayana y La biblia, pues ambos hablan de historia de dioses y del origen de cada pueblo. Dentro de la poesía épica hay otras divisiones, como la epopeya.

En la literatura medieval existían profesionales del entretenimiento, cosa que hoy tal vez comprendemos un poco mejor pensando en la televisión y en todo lo que tenga que ver con ella porque no solamente hay actores, sino también productores, sonidistas, maquillistas y un sinfín de trabajadores más en la industria; esto mismo pasaba con la literatura en aquel tiempo. Teníamos, por ejemplo, a los autores; la gran mayoría eran anónimos debido a que la religión consideraba como pecado la soberbia. Además, se solía considerar que las historias narradas pertenecían a todo el pueblo y no a un individuo; por eso, muchas veces firmaban con el nombre del pueblo al que pertenecían, como el Arcipreste de Hita, autor de El libro del buen amor: «Arcipreste» es un cargo de un monasterio (el encargado de las compras) e «Hita» es un lugar, un pueblo en Castilla-La Mancha. Además de los autores existían los trovadores, quienes serían comparables con lo que hoy conocemos como cantautores; un trovador era la persona que no solamente ejecutaba la música, sino que también la escribía: era el creador de las obras. Un juglar, por el contrario, sería únicamente el artista, el cantante, que ejecutaba la obra, pero no la creaba. Otra diferencia, era que un juglar era un profesional del entretenimiento, pues viajaba de pueblo en pueblo para buscar ferias patronales en dónde presentar obras de teatro, de títeres, leer cuentos en el parque central y llevar a cabo otras actividades que le permitían sobrevivir. Por su lado, los trovadores iban a los puntos de venta en los mercados donde vendían literatura como insumos laborales y compraban las canciones y poemas de moda; en dichos mercados, como hoy, funcionaba la ley de oferta y demanda pues las obras que más gustaban al público (y generaban mayor ingreso para al trovador) eran las mejor cotizadas. El tipo de obra más vendido es lo que hoy conocemos como mester de clerecía y mester de juglaría.

Los mesteres

El mester de clerecía es el nombre bajo el que hoy se agrupa al conjunto de obras que abordaban temas religiosos; era parecido a lo que actualmente se encuentra en cualquier librería cristiana, con temas de crecimiento espiritual, oraciones o biografías de santos, por ejemplo. Recordemos que en la época medieval también existían rezadoras y plañideras profesionales, mujeres que  sabían de memoria muchas oraciones, una para cada ocasión (funeral, novenas, rosarios, etc.), y eran quienes usualmente compraban este tipo de literatura. Las plañideras y rezadoras eran, por así decirlo, juglares especializados en temas y eventos religiosos aunque, claro, también había juglares que relataban historias sorprendentes de santos que conmovían al público.

La otra gran categoría de literatura eran los mesteres de juglaría, que abordaban temas de acción, héroes, guerras y hazañas militares; sería lo equivalente actualmente a las películas de acción. Dentro del mester de juglaría encajan los cantares de gesta. El término «cantar» significa que era una obra musical, de canto, y que se acompañaba con algún instrumento musical. No nos quedan hoy las partituras, aunque algunos músicos modernos del siglo XX y XXI han intentado remusicalizar estas obras, como las Cantigas de Santa María. El término «gesta», a lo que se refiere, es al conjunto de hechos memorables, así como a la gestación del  origen de la nacionalidad de algunos países, como España. El cantar de los nibelungos, El cantar de Roldán y El cantar del mío cid son los tres cantares de gesta más importantes que quedan de la Edad Media, aunque no los únicos.

El cantar de los nibelungos

Este es el cantar que aborda temas más mitológicos. Fue escrito durante el siglo XIII y narra la historia de Sigfrido, aunque podría afirmarse que, más bien, narra la historia de Krimilda. La obra ha dado pie a muchas otras, como El señor de los anillos de Tolkien y algunos pasajes de Harry Potter de Rowling. 

Sigfrido es un hombre inmortal porque se ha bañado en sangre de dragón (de hecho, es un cazador de dragones), pero cuando se bañó, una pequeña hoja de tilo cayó sobre su espalda y se convirtió en su único punto débil; esto nos recuerda a Aquiles en La Ilíada, quien también era inmortal, excepto por un punto en su talón de donde lo sostuvo su madre cuando lo bañó en las aguas de la inmortalidad.  

En la primera parte del cantar, Sigfrido encuentra a unos hermanos sacando un tesoro, que es el tesoro de los nibelungos y dicen que está maldito; hay un altercado, los mata y se queda con el tesoro. Luego, Sigfrido llega a un pueblo donde se enamora de la princesa, Krimilda (su nombre es una referencia a Criseida, la esclava arrebatada a Aquiles en La Ilíada). Krimilda tiene un hermano llamado Gunther, a quien no le parece la idea que se case con Sigfrido porque es un desconocido. Entonces, le ponen una prueba: Sigfrido debe ayudar a Gunther a ganarse el amor de la Brunilda, reina de las amazonas, quien ha sido hechizada para mantenerse dormida dentro de un círculo de fuego y solo se casará con quien la despierte para vencerla en un duelo a muerte (esto parece ser un antecedente de La bella durmiente, según los hermanos Jacob y Wilhem Grimm).

Sigfrido se pone su capa de invisibilidad y Gunther finge retar a Brunilda, pero realmente es Sigfrido quien, invisible y en medio de los dos, la vence. Así engañada, Brunilda se casa con Gunther y Sigfrido, con Krimilda. Años más tarde, las dos mujeres se enojan entre sí por comparar las hazañas de sus respectivos esposos. Krimilda, molesta por la falsa victoria que Brunilda alardea de su esposo al haberla vencido, le revela la verdad: fue su esposo, Sigfrido, quien la venció en combate. Entonces, Brunilda se molesta y eso le crea problemas a Gunther, quien manda a su amigo Hagen a asesinar a Sigfrido; para ello, le revela su único punto débil y Hagen logra flecharlo en ese preciso lugar. 

Krimilda, ahora viuda, luego de varios años se vuelve a casar. Su nuevo esposo es el rey Etzel (Atila), a quien le pide ayuda para vengar la muerte de su primer esposo. Etzel accede y hacen una fiesta donde invitan a Gunther y a Hagen; una vez ahí, los emboscan para obligarlos a decir dónde está aquel famoso tesoro de los nibelungos que inicialmente tuvo Sigfrido y que, según las habladurías, ellos le robaron antes de matarlo. Ni Gunther ni Hagen dicen dónde está y comienza una gran batalla que termina con la muerte de los invitados. Etzel, al terminar la lucha, se asusta de lo sangrienta que es su esposa.

El cantar de Roldán

Esta es una obra francesa y, si El cantar de los nibelungos era bastante mitológica (un cazador de dragones, una capa que da invisibilidad, etc.), el Cantar de Roldán, no. Sin embargo, tampoco es histórica pues confunde muchos datos, inventa otros y mezcla épocas o personajes históricos con ficticios. Aunque no aborda temas mitológicos, sí tiene mucha carga religiosa, como la Virgen bajando del cielo con un grupo de querubines o el arcángel Gabriel revelándole el futuro en sueños a Carlo Magno.

Este libro fue escrito en 1170 y es atribuido a un monje llamado Turoldo. El cantar de Roldán no solo presenta al primer caballero, sino al primer caballero cristiano con todas las características: un hombre de fe dispuesto a dar la vida por su religión y a matar a tantos infieles musulmanes como sea posible; además, tiene un amor platónico cuyo honor defenderá con la vida. La obra mezcla personajes que sí existieron, como Carlo Magno (aunque fuera de contexto histórico y temporal ya que el verdadero vivió en el siglo VIII), con hechos y personajes totalmente ficticios, como el mismo Roldán.

El libro narra que Roldán era uno de los doce pares de Francia y, junto con Carlo Magno, se dirige a matar moros (musulmanes) a Zaragoza para defender la fe cristiana. Sin embargo, antes de atacar, Roldán sugiere enviar a su padrastro, Ganelón, a visitar al rey de Zaragoza, Marsilio, para negociar la paz.  Ganelón cree que la propuesta de Roldán es para que lo maten los musulmanes y decide traicionar a los franceses; para ello, le sugiere a Marsilio que acepte la paz para, luego, atacarlos a traición por la retaguardia, donde estará Roldán. Ganelón convence a Marsilio y durante el ataque, Roldán se niega a pedir ayuda a Carlo Magno y decide enfrentar solo a los musulmanes con los pocos soldados que tiene en la retaguardia. Como cualquier película de acción moderna, Roldán enfrenta a cientos o miles de enemigos y los mata con solo un espadazo; mantiene así la retaguardia por varios días, pero al final se queda solo y, por fin, decide tocar el cuerno para pedir ayuda. Carlo Magno regresa pues, además del cuerno, ha sido alertado en sueños por el arcángel Gabriel; sin embargo, no llega a tiempo y Roldán muere. La agonía de Roldán es muy lenta y se despide en un largo soliloquio: se lamenta de su suerte, recuerda a su amada y encomienda su alma a la Virgen, quien baja a recogerla en compañía de varios querubines para llevarla al cielo. Por su lado, Carlo Magno venga la muerte su amigo.

Al comparar El cantar de los nibelungos con El cantar de Roldán nos damos cuenta de que hay una gran diferencia: el cantar alemán es mucho más ficticio que el francés, aunque este último también tiene mucha ficción.

El cantar del mío cid

Es una obra española y la copia más antigua es la de Per Abbat, del año 1207. Aunque es el libro completo más antiguo en idioma español, no es la obra literaria más antigua en este idioma, pues también existen las jarchas y las moajaxas (poemas de amor de una mujer a un amor imposible), así como las glosas de San Milán, del siglo X u XI, que representan las frases en español más antiguas.

Este cantar está escrito en versos de 16 sílabas con un hemistiquio (división al medio). Según algunos estudios fonéticos, el octosílabo (el tipo de verso que queda al dividir los versos de 16 sílabas) es el verso natural del español; esto quiere decir que cada vez que hablamos, en promedio solemos detenernos cada ocho sílabas. Las palabras «mío cid» en el título significan «mi señor» ya que «cid» y la palabra inglesa «sir» tienen la misma raíz etimológica. 

Mientras que El cantar de los nibelungos tiene mucha mitología y El cantar de Roldán tiene carga religiosa, El cantar del mío Cid es totalmente histórico. De hecho, el cid tiene nombre y apellido: Ruy Rodrigo Díaz de Vivar y participó en lo que los españoles llaman «reconquista». Actualmente se critica ese término ya que los españoles no «reconquistaron» nada porque nadie les había quitado ni invadido su territorio; los árabes simplemente extendieron su dominio comercial de África a Europa y, para ello, fundaron ciudades propias en territorios europeos inhabitados. 

El cantar del mío cid era una obra que le gustaba mucho al público español del Medioevo, por lo que los trovadores crearon secuelas ficticias, como Las mocedades de Rodrigo que habla de las supuestas hazañas de su niñez. La obra gustaba tanto porque describía cómo una persona, en plena edad media, logró cambiar de estatus social; esto era prácticamente imposible en esta época pues ningún plebeyo podía pasar a pertenecer a la nobleza.

Rodrigo Díaz era el preferido del rey de Castilla, a quien le llegan a contar que este quiere hacerse con la corona. El rey lo cree y lo destierra; sin embargo, le permite que se lleve con él a las personas que quieran seguirlo. Rodrigo logra formar un ejército que lo acompañe y sale de Castilla. Deja a su esposa e hijas en un monasterio y decide que, a partir de este momento, para sobrevivir conquistará ciudades musulmanas para quedarse con el botín de guerra y le dejará el territorio, ya libre de enemigos, al rey de Castilla para que este lo adhiera a su reino; con este gesto espera demostrar que él le sigue siendo fiel y que nunca quiso quedarse con su corona. El rey, a pesar de seguir enojado con Rodrigo, acepta las ciudades, pero, al anexarlas a su reino, Rodrigo sigue siendo expulsado del territorio castellano, así que sigue en el exilio conquistando nuevas ciudades para repetir lo anterior: quedarse con el botín de guerra y dejarle el territorio a Castilla para que lo adhiera a su reino. Así continúa y derrota varias ciudades hasta llegar a Granada, ciudad que decide conservar para sí por su tamaño, belleza y riqueza. Entonces, el rey de Castilla lo llama a su presencia y lo perdona; es más, decide cambiar su vida y hacer que sus descendientes sean nobles. Para ello, decide casar a las hijas del cid con sus primos, los infantes de Carrión, quienes a pesar de ser muy nobles no han administrado bien sus bienes y enfrentan la pobreza. La idea no le gustó a Rodrigo, quien piensa que cada uno nació en un estatus social y que este no debe cambiar; sin embargo, el rey decide llevar a cabo su decisión y el cid solo le hace ver que, si continúa, él no se negará pero que el matrimonio será responsabilidad del rey. 

El casamiento se lleva a cabo y hay una gran fiesta, pero los infantes de Carrión son vistos de menos por el mío cid y por su ejército porque no son soldados agresivos, sino cortesanos delicados. Los infantes deciden regresar a Carrión y se llevan con ellos a sus nuevas esposas. Al cid no le gusta la idea pero no puede impedirlo; sin embargo, envía a algunos de sus hombres para que sigan a los recién casados desde lejos hasta llegar a Carrión, pues no confía en sus yernos. Y tenía razón, pues cuando van a medio camino, los infantes bajan a sus esposas del carruaje, las llevan al lado del camino y las golpean salvajemente, insultándolas por haberse atrevido a casarse con ellos ya que tomaron como una afrenta del rey haberlos obligado a casarse con unas plebeyas por dinero. Dan por muertas a las muchachas y se van. Al poco rato llegan los soldados del cid que seguían a los recién casados y rescatan a las muchachas. El cid va con el rey y le recuerda que el matrimonio era su responsabilidad, le explica el crimen de los infantes y le exige un duelo a muerte para recuperar su honor. En la época medieval, ningún plebeyo podía matar a un noble y, menos, retarlo a un duelo, pero habiendo dado su palabra, el rey accede.  Llega el día del duelo y el cid, para ofender más a los infantes, solicita que sean dos de sus soldados quienes lo representen en el duelo; el rey lo permite y estos vencen fácilmente a los infantes. Una vez recuperado su honor, el cid da la mano de sus hijas a los soldados ganadores.

La importancia de El cantar del mío cid se centra precisamente en que relata una historia real de cómo un hombre del Medioevo gana fama y riqueza por su propio esfuerzo,  cambia su estatus social y obliga al rey a cumplir su palabra al punto de  sacrificar la vida de sus propios parientes nobles. 

La literatura prehispánica y el «Ollantay»

Charla impartida el 5 de junio de 2020por el Mgtr. Javier Martínez*,editor general de Cazam Ah-----------*Licenciado en Letras y antropólogo*Maestro en Comunicación y en Lingüística

En esta ocasión abordaremos la literatura prehispánica y la obra Ollantay.  Debemos comenzar por aclarar qué es la literatura prehispánica y qué tipo de documentos incluye. No todo lo prehispánico pertenece siempre las mismas fechas; en teoría, el nombre nos lo dice: aquello que ocurrió antes de la invasión española («descubrimiento» o «conquista», como quieran llamarlo) y, en una definición simplista, sería todo lo anterior al año 1492, cuando Colón descubrió América según su Diario de navegación. Sin embargo, los españoles llegaron al sur en diferentes épocas. Sabemos, gracias a las crónicas, que para el caso de Centroamérica hablamos más o menos de la primera mitad del siglo XVI, hacia 1530, cuando Pedro de Alvarado, enviado por Hernán Cortés, llegó a lo que después sería el reino de Guatemala. Es importante recordar que, aunque en la historia conocemos más a Pedro de Alvarado, realmente quien jugó un papel importante en la conquista de Centroamérica fue su hermano, Jorge, porque Pedro pasó rápidamente y prosiguió hacia el sur en búsqueda de nuevos territorios, como el imperio inca, del que ya se tenían noticias.

Literatura prehispánica

Si se define «literatura prehispánica» como todo lo producido antes de 1530, nos encontramos con que existen muy pocos de estos códices, pues la gran mayoría fue quemada por el misionero Diego de Landa en 1562, quien consideraba como brujería a estos documentos y afirmaba que iban en contra de la enseñanza del cristianismo. Esta quema ocurrió en un pueblo yucateco llamado Maní y algunas crónicas de la época mencionan que los españoles lloraron al ver la cantidad de libros quemados, pues eran varias piras que median hasta dos pisos de altura. En una sola noche, la del 12 de julio de 1562, América perdió casi toda su historia escrita, pues no solo se perdieron documentos mayas, sino que De Landa ―por medio de cartas enviadas con anterioridad― había organizado a los conquistadores para que le enviaran los códices que encontraran en cualquier rincón de América. Resulta paradójico que se le deba al mismo Diego de Landa el haber descifrado los glifos mayas, pues aunque él pensaba que eran documentos demoníacos, se interesó por entenderlos y, para ello, escribió un vocabulario dónde explicó su uso. Dicho vocabulario, siglos después, se convirtió en una fuente imprescindible para los epigrafistas.

Lo que hoy se entiende como literatura prehispánica consiste en documentos redactados durante los primeros años de la Conquista, ya sea para registrar los sucesos o para rescatar lo que quedaba de la cultura indígena; un ejemplo de lo primero es el lienzo de Quauhquechollan. Este no es un libro en sí, sino un documento pictórico que representa la importancia de la oralidad  en la tradición literatura prehispánica; de hecho, nos recuerda que la oralidad es la base de casi todas las literaturas. 

El lienzo de Quauhquechollan

El lienzo de Quauhquechollan es un documento gráfico en que los indígenas de este pueblo choluteco (actualmente en Puebla, México) registraron su travesía junto con Jorge y Pedro de Alvarado hacia Guatemala. Se trata de un documentos que funcionaba como una ayuda visual (como una diapositiva actual) para que los narradores no olvidaran los datos más importante de su relato: de dónde salieron, cuántos iban, qué camino tomaron, qué pueblos encontraron, qué sucedió en cada uno, cuáles tenían mercados importantes, qué hechos geográficos atravesaron y, en resumen, todos los detalles de su travesía. En otras palabras, el lienzo de Quauhquechollan era una ayuda pictórica para que los narradores de la tradición oral recordaran el orden de los eventos, los nombres de las ciudades importantes, algunas fechas y los personajes relevantes del relato, pero no es en sí un documento escrito,  aunque sí contiene algunos glifos, especialmente nombres de lugares.

Chilam Balam

Mientras el lienzo de Quauhquechollan registraba los sucesos de inicios del siglo XVI, otros documentos intentaban rescatar lo que quedaba de la cultura indígena; de estos hay varios ejemplos, como el Libro de los libros del Chilam Balam y el Popol Vuh. En ambos casos se les considera literatura prehispánica porque no hay duda de que lo que narran es la tradición cultural anterior a la venida de los españoles y, en el caso del Popol Vuh, el friso descubierto en El Mirador donde se representa a Hunapú e Ixbalanqué prueba que el mito más de mil años. Sin embargo, como documento, el Popol Vuh fue escrito después de la venida de los españoles porque durante los primeros  treinta o cincuenta años  de la Conquista, los indígenas estaban tratando  de salvar su cultura. Esto no fue exclusivo del reino de Guatemala, sino que también ocurrió en México, donde se escribieron libros con una intención similar.

El título «libro de los libros» hace referencia a que se trata de un compendio de pequeños documentos de los cuales, el más famoso, se supone que fue escrito por el sacerdote Chilam Balam, quien predijo la venida de los españoles y contiene profecías. Otros libros fueron escritos anónimamente en pueblos como Chumayel, Kawa, Ixil, Maní o Tizimin. En algunos libros que integran el Chilam Balam se habla de historia; en otros, de linajes nobles; en otros, de personajes y sacerdotes destacados; y en otros, de medicina natural. En resumen, cada uno de esos documentos trata de rescatar lo que el autor recordaba de su propia cultura para futuras generaciones. 

Popol Vuh

Por otro lado, el contexto del Popol Vuh es diferente y, para comprenderlo, se debe recordar que  en 1542 se publicaron las Leyes nuevas en España debido a que fray Bartolomé de las Casas denunció el nivel de brutalidad de la conquista en América. De las Casas escribió cartas, publicó documentos y viajó a la corte española para denunciar la manera en que se atrapaba a los indígenas para esclavizarlos a pesar de que ya existía una ley que lo prohibía; sin embargo, en América los españoles solo cambiaron la palabra «esclavitud» por «naboría» (un término antillano con similar significado) para evadir la Ley. En 1542 se publicaron estas leyes que prohibían clara y abiertamente la esclavitud en cualquiera de sus formas, pero, además, reconocían ciertos derechos a la nobleza indígena. 

Para explicar por qué la Corona española reconocía derechos a la nobleza indígena, se debe aclarar que hay un tema muy importante en la historia de América conocido como «el problema legal». Este consistía en que los españoles se preguntaban por qué ellos, y no otra potencia europea, habían llegado a este territorio. En otras palabras, los españoles se preguntaban qué argumentos legales esgrimir para evitar que Inglaterra o Portugal se apoderaran de los territorios americanos. Para ello fueron con el Papa Alejandro VI y le pidieron que promulgara  la Bula Intercaéteras, un documento en el cual se dividía el mundo con una línea imaginaria sobre el océano Atlántico: todo lo que estuviera al este de esa línea (África) sería de Portugal y lo que estuviera al oeste (América), para España. Lo que no sabía el Papa era que, años más tarde, descubrirían que América se inclinaba al este y que, por lo tanto, su línea pasaría sobre el territorio que hoy conocemos como Brasil, dándole así propiedad a Portugal sobre aquel territorio. 

Lo que nos interesa es que con la Bula Intercaéteras los españoles por fin tuvieron un documento legal para poseer América; sin embargo, este seguía una lógica teológica: Dios había creado la Tierra y, por ende, era su dueño y señor; para gobernar, Dios había elegido a ciertas personas: los reyes; Dios, a través de su representante en la Tierra, el Papa, delegaba su autoridad y propiedad a los reyes. Entonces, si el Rey de España, como todos los reyes del mundo, había sido elegido por Dios, debía admitirse que la nobleza americana también había sido elegida por Dios y que tenía cierto derecho divino. Es por eso que en las Leyes nuevas se reconoce a la nobleza local y se le otorgan derechos especiales, como  tener servidumbre y cobrar cierto tipo de impuesto menor; aunque había otros privilegios (como portar espada, vestirse como españoles y montar a caballo), los dos primeros eran los que le interesaban a la nobleza local.

Para demostrar que un indígena había sido noble, se debían presentar documentos legales ante los juzgados españoles en América. Dichos documentos, como hoy, se llamaban «memoriales», como el Memorial de Sololá; por lo tanto, la palabra «memorial» en esos libros no hace referencia a que sea una memoria, sino a que es un documento legal que relata la historia familiar de un individuo para identificarlo como descendiente de nobles; algo parecido a lo que hoy se hace en un intestado. En América, como en España, los nobles habían sido elegidos por los dioses, por lo que el documento terminaba haciendo referencia a narraciones mitológicas y etnohistóricas. En otras palabras, tendríamos que entender el Popol Vuh al revés: su última parte presenta una lista de nobles del pueblo quiché, quienes descienden de los cuatro héroes (Iqui Balam, Mahucutah, Balam Acab y Balam Quitzé) que dirigieron  la migración desde el norte, migración que comenzó cuando salieron de las cuevas gracias a que Hunahpú e Ixbalanqué  limpiaron el mundo de los monstruos, como Vukub Caquix y Zipacná, monstruos que venían de Xibalbá, lugar al que bajaron los gemelos Hunapú e Ixbalanqué para vengar la muerte de sus padres, padres que fueron creados por Corazón del Cielo después de varios intentos con palos y con lodo hasta usar masa de maíz. En otras palabras, el Popol Vuh  es un documento que demuestra el linaje de los últimos nobles quichés (que, por cierto, eran de apellido Cauec o Kawek). 

Rabinal Achí

Se ha afirmado que todos los documentos anteriores fueron escritos después de la llegada de los españoles, pero hay uno que es cien por ciento prehispánico y que representa cómo era la tradición literaria de aquella época; se trata del Rabinal Achí. Esta obra teatral y de danza continúa representándose anualmente en el pueblo Rabinal, Baja Verapaz, Guatemala; aunque se transmitió oralmente, de actor a actor, durante generaciones desde el siglo XV, a mediados del siglo XIX el sacerdote Charles Brasseur de Bourbourg la transcribió gracias a los dictados de Bartolo Sis.

Vale la pena mencionar que hay dos hechos que comprueban que el Rabinal Achí es anterior a la venida de los españoles: uno es su final, que es un sacrificio humano en el altar, rito arduamente perseguido y prohibido por los españoles; por lo tanto, el Rabinal Achí  tuvo que haberse escrito antes del contacto con los europeos para incluir este ritual. El otro hecho es que el lenguaje en el que está redactado, idioma maya achí, no es completamente comprensible para sus hablantes actuales, pues incluye arcaísmos y palabras en desuso debido al paso del tiempo; esta dificultad es similar a la que encuentra cualquier hablante actual de español al leer el Cantar del mío cid, por ejemplo. Las dificultades lingüísticas en el Rabinal Achí implican que fue escrito alrededor del año 1400.

El principal problema de la literatura prehispánica es, entonces, que fue escrita durante los primeros años de las Conquista; o sea, durante la primera mitad del siglo XVI e, incluso, fue escrita en alfabeto español ya que facilitaba la representación fonética del respectivo idioma maya. 

Ollantay

El Ollantay, al igual que el Rabinal Achí, es una obra dramática quechua del siglo XVIII, cuyo original estaba en poder del sacerdote Antonio Valdez. Se debe recordar que «drama» quiere decir «teatro» y que es una mala interpretación asumir que «dramático» significa «trágico». La tragedia es un subgénero del drama y se caracteriza por que el personaje principal tiene un final infeliz; que algo sea «dramático» significa que tiene la finalidad concreta de ser montado en escena. 

Ahora bien, el problema con el Ollantay es que hay dudas acerca de su origen; una teoría afirma que es 100 % inca o quechua porque presenta una gran cantidad de escenarios (15) en una sola obra teatral, lo cual no coincide con la tradición europea que, para entonces, tomaba más en cuenta los aspectos prácticos del montaje. Otro de los argumentos para afirmar que Ollantay es prehispánica consiste en que narra hechos prehispánicos, con personajes, lugares y personajes completamente incas; además, claro, de estar escrita en quechua (aunque en alfabeto español). 

Por otro lado, algunos afirman que Ollantay no es una obra prehispánica y aseguran que se trata de una obra escrita por un español que se inspiró en un mito inca y que, como era normal durante el Siglo de Oro, quería probar suerte como escritor dramático. Quienes defienden este argumento afirman que en Ollantay hay un personaje secundario que corresponde al estereotipo del «gracioso» o «cómico» que identificaba al teatro español de esta época. Otras características europeas en Ollantay son el perdón imperial que al final se le otorga a uno de los personajes, así como su estructura en tres actos. Algunas personas agregan que la escritura de la obra en verso es otra característica europea de la época, pero este argumento es débil ya que muchas obras teatrales, en distintas épocas, lugares y culturas, han utilizado el verso y la rima para facilitar la memorización de los actores, no solo el teatro español. De hecho, prácticamente todo el teatro del mundo fue escrito en verso hasta finales del siglo XIX e inicios del XX, cuando empezó a escribirse en prosa.

Hay una tercera teoría que trata de unificar las anteriores y afirma que Ollantay es una historia hispano-inca porque seguramente fue una obra quechua representada oralmente (igual que el Rabinal Achí), pero que después del siglo XVIII alguien la fijó en papel; además, quien la haya escrito en papel, aprovechó para hacer algún tipo de adaptación que «mejorara» la pieza según los estándares de su época. 

Ollantay es una historia de amor y de cómo las clases sociales dividen a una pareja (tema europeo, según quienes sostienen el origen hispánico de la obra). Por un lado tenemos al Inca, quien tiene una hija enamorada de un guerrero; al Inca no le parece esta relación. Por su lado, el guerrero es leal, pero orgulloso y corresponde al amor de la princesa.

El amor puede más que los jóvenes y deciden ignorar las órdenes del Inca. La princesa queda embarazada y el padre la esconde para evitar el deshonor; para ello, la convierte en una especie de monja (otra característica de quienes defienden el origen hispánico) y la encierra en un convento, donde tiene una niña. La separan de su hija, quien crece y es educada en el mismo lugar, pero sin conocer a su madre, quien está encerrada en una celda. Mientras tanto, el guerrero fue enviado al frente de batalla para morir, pero no sucedió así. El guerrero se entera de que la princesa desapareció y piensa que fue asesinada por su padre; entonces, se rebela contra el Inca y lidera un ejército para derrocarlo. Pasan los años y nadie gana la guerra. El rey, al final, muere de viejo y su hijo mayor es coronado; el guerrero es vencido por el ejército del nuevo Inca, quien lo manda a traer a su ciudad y le perdona la vida. En ese momento, el resto del nudo se resuelve al aparecer la niña, quien se acaba de enterar de su origen noble y le ruega a su tío la liberación de su madre. Al estar presente el guerrero, se da cuenta de que hablan de su amada, quien sigue viva, y de que aquella niña es su hija.